Copa en el Savoy

Durante la semana el amigo Pablo trajo el recuerdo de Alvite y todo pareció conjurar para que la Copa en el Metropolitano terminase siendo una de esas noches en las a uno le gustaría acabar en el Savoy, ahogando la pena entre el humo denso de decepciones inesperadas, oyendo a Sinatra, que seguramente sea la voz que nos espere a todos detrás del último fracaso. Atleti y Girona ofrecieron una noche de Copa de esas que tanto escasean, un intenso subir y bajar de las nubes que terminó con una puñalada seca, con el sabor de las almendras amargas que a determinadas edades ya no traen el recuerdo de los amores contrariados sino las eliminatorias fallidas.

La lesión de Vitolo, que quedó fuera de la convocatoria tras su enésima lesión, fue un mal presagio para arrancar la noche pero el caso es que el Atleti empezó bien, mandón, mostrando una superioridad que no se reflejaría luego en el devenir del resultado. En el minuto doce un pase largo de Godín fue aprovechado por Kalinic para correr y acompañar el bote del balón dentro del área con un derechazo al bulto que terminó siendo gol; el croata acallaba rumores y el Atleti jugaba al toque, con Thomas, Saúl y Koke en el medio, se vio la calidad de pelota cosida de Lemar, que se movía en todo el frente de ataque y Correa trataba de penetrar una y otra vez poniendo vértigo en cada giro a la portería de Iraizoz. Vino un segundo gol de Kalinic que el VAR, por mucho menos de lo que pareció en directo, acertó a anular. El Girona estaba sometido, todo parecía a favor hasta que los de Sacristán, en su único merodeo por los dominios de Adán, hicieron el gol del empate. En el treinta y siete, Valery enganchó una volea en el segundo palo ante la pasividad de Arias, desordenado defensivamente, y la pasividad de Adán. Ese gol lo cambió todo.

Dicen los viejos que las desgracias no hay que siquiera imaginarlas, que aparecen sólo con pensarlas y la del Atleti venía de suponer que otro gol del Girona ponía muy complicada la eliminatoria. Y el gol llegó, claro, apenas al cuarto de hora de iniciarse la segunda mitad, más por una cuestión de cábala que por mérito gerundés, que se limitó a acercarse de nuevo a Adán, esta vez a balón parado, y batirlo con un cabezazo de Stuani que pudo hacer falta previa a Godín, así al menos lo requirió el uruguayo al ínclito Mateu. El VAR validó el gol sin que los espectadores pudiesen tener una repetición fiable de la jugada, pues todas arrancaban cuando la acción reclamada por el central rojiblanco era parte del pasado.

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Griezmann hace el tercer gol del Atleti. Foto: Rubén de la Fuente

El Atleti no se achicó ante la adversidad, más bien al contrario mostró su mejor versión. Simeone hizo los cambios pronto; entraron Grizmann por Koke, Rodri por Saúl, que se marchó lesionado y Lucas, al que se lo notó la inactividad, por Juanfran. Siete minutos más tarde de que el Girona pusiera todo patas arriba Correa devolvió la fe a golpe de gol, un pase de Griezmann lo dejó en duelo frente a Iraizoz y, con toda la portería para él, lo batió por el sitio más complicado, entre las piernas. Con el gol, el Atleti tocó a rebato y el partido se convirtió en un asedio constante en busca de la remontada. Hubo un penalti a Kalinic que ni el colegiado ni el VAR estimaron; a renglón seguido un golazo de Arias que el linier anuló presto; aunque la repetición que mostró la televisión habilitaba al colombiano, el VAR apoyó al asistente de nuevo. Pero el Atleti no cayó en el desánimo y siguió insistiendo hasta que en el 84, un delicado pase de Lemar dio a Griezmann la posibilidad de fusilar la portería contraria con un zurdazo que desencajó los cimientos del Metropolitano. La remontada trajo la locura, en Griezmann, que festejó a lo grande, en Simeone, que se entregó a la grada y en la gente, que se las prometía felices.

Pero hay noches que están predestinadas a terminar en el Savoy. Cuando casi se cumplía el tiempo, el Girona hizo su tercera incursión en ataque, Porro penetró por la derecha, Lucas lo midió demasiado y el pase atrás de lateral catalán lo encontró Borja García en la frontal, solo, sin marca, con toda la defensa del Atleti dos metros por detrás, y ajustó un disparo preciso que Adán de nuevo vio pasar entre las piernas de Arias. Tres tiros, tres goles y una eliminatoria histórica en la que el Atleti, abran bien los ojos, encajó tres goles, se dejó remontar dos veces y perdió la eliminatoria cuando apenas quedaba tiempo. El Girona logró el pase y los del Cholo recibieron muchas lecciones que no olvidarán en una de esas noche de cansancio vital en las que recordaron cómo la vida pasa, cómo a veces lo que somos también nos trae de vuelta lo que fuimos.

 

Fotos: Rubén de la Fuente

 

 

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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1 Comentario

  1. Me pregunto si esta vez la caverna mediática querrá conocer la opinión de entrenadores como Valverde o Solari respecto al gol de Arias anulado por el VAR, y también me pregunto si Enrique Cerezo, imitando al jefe, va a ir corriendo a quejarse a la Federación por el arbitraje.

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