El inicio de temporada del Atlético no se puede tildar de malo. Es cierto que la última semana de competición dejó enrarecido el ambiente tras ser muy inferior al Chelsea y realizar uno de los peores partidos que se le recuerda al equipo de Simeone en Butarque. Aun así, no conoce la derrota en la competición doméstica y, a pesar de la situación en la Liga de Campeones, mantiene muchas opciones de clasificarse para los octavos de final.
Ante la imposibilidad de inscribir nuevos jugadores, el equipo necesitaba un paso delante de los jóvenes para aumentar el nivel de la plantilla y tras 10 partidos oficiales parece evidente que Lucas, Thomas y Correa lo han dado con ímpetu. Sin embargo, encontramos jugadores en el lado opuesto. Algunos de los consolidados no sólo no han dado un paso adelante ante las dificultades, sino que parecen haber dado unos cuantos para atrás. Un nombre por encima del resto: Antoine Griezmann.
Durante el verano ya se vio que su continuidad no iba a ser sencilla, pero tras darse una serie de factores, se consiguió. ¿A qué precio? De momento, su renovación con aumento de sueldo no se ha plasmado en el terreno de juego, de hecho, el francés parece haberse quedado en el mes de julio con sus ambiguas declaraciones. Después de una pretemporada mediocre, se esperaba que en competición oficial Griezmann tomara las riendas del equipo en un inicio complicado con varios partidos como visitante. Esto no sólo no ocurrió, sino que se vio superado por las circunstancias con una roja evitable en Girona, y por sus compañeros.
En ocho jornadas de Liga y dos de Champions, hemos visto cómo Correa mostraba una personalidad que se le debería presuponer al francés, es más, en algunos encuentros ha parecido que Vietto tenía más ganas de triunfar en el Atlético que el propio Antoine. A pesar de los goles, estos los ha conseguido en actuaciones grises, sin una participación constante en los distintos partidos. El Griezmann generador de juego ha estado desaparecido con una excepción: San Mamés. Más allá de ello ha vivido de apariciones puntuales, algunas han dado puntos (Málaga) y otras son una mera anécdota (Chelsea).
El propio Simeone ha tomado decisiones inimaginables que no se dieron con otros de sus estandartes ofensivos como fueron Falcao y Diego Costa, las sustituciones de Griezmann en Roma y Butarque con el empate en el marcador hacen ver que esto va más allá de una percepción de la grada. Asistimos a una temporada en la que el centro del campo del Atlético se está sintiendo más cómodo con el balón, un contexto que parece ideal para explotar las características del francés. Y aun así, lo que vemos es un Griezmann escondido, ausente e incluso por momentos aburrido en el terreno de juego. Quizás por su forma de ser, para alguien que está acostumbrado a llevarse los focos, no sea cómodo el paso adelante de otros jugadores. O simplemente, la falta de un 9 puro le esté dificultando el juego. Como justificación tiene la selección francesa en la que apareció para clasificarla al mundial con un gol y una asistencia en el partido decisivo tras recibir fuertes críticas en el encuentro anterior. Allí, ha encontrado su mejor juego con un delantero corpulento como Giroud de acompañante.
Esta situación la vivirá a partir de enero con el Atlético por la llegada de un 9 como Diego Costa, sin embargo, el hispano-brasileño sí que realmente le va a quitar protagonismo, tanto dentro como fuera del campo, entre otras cosas porque Costa fue protagonista del club rojiblanco en una de sus mejores temporadas de la Historia, algo a lo que Griezmann se acercó y erró cuando pudo hacerla. Más allá de que sus acompañantes en la delantera le faciliten o no su labor, es necesario ver un cambio de actitud en el terreno de juego ya que muchas de las opciones del Atlético esta temporada pasan porque esté al cien por cien en cada encuentro no vaya a ser que sea el Atlético el que se arrepienta de no haberlo vendido en lugar de él arrepentirse haberse ido del Atlético.
