El pasado jueves, a solo dos días de su debut en la Copa del Mundo con Francia, Antoine Griezmann confirmaba que se quedaba en el Atlético de Madrid la próxima temporada. El tan esperado anuncio del ‘7’ rojiblanco llegaba tras meses de especulaciones y de rumores sobre un posible fichaje por el Barcelona. Lo hizo de una manera genuina en el mundo del balompié. A través de un documental titulado ‘La Decisión’, Griezmann mostró al mundo sus dudas a la hora de decidir si permanecía en el Atlético o se marchaba a la Ciudad Condal. Las reacciones no se hicieron esperar. La parroquia colchonera se mostraba generalmente satisfecha, aunque la división se hizo palpable en el asunto de las formas. Para muchos, Griezmann había utilizado al Atlético y al Barcelona para mediatizar su figura y obtener réditos económicos. No eran pocas las voces que expresaban su malestar con el galo por su haber jugado con los sentimientos de la gente y por mostrar abiertamente su coqueteo con el Barcelona en plena campaña con los rojiblancos.
Para entender el porqué del documental de Antoine, hay que remontarse al verano de 2011. El 8 de julio de ese mismo año, LeBron James anunciaba en el documental ‘The Decision’ su fichaje por los Miami Heat. Aquel formato inspiró notablemente tanto a Griezmann, muy fan de la NBA, como al futbolista del Barcelona Gerard Piqué, jefe de la productora Kosmos Studios que editó el reportaje. Pese a que no se trataba de una idea innovadora, jamás se había realizado algo similar en el mundo del fútbol. Sin embargo, conviene resaltar una diferencia. Mientras LeBron era agente libre en el mercado de la NBA –es decir, no se encontraba bajo contrato con ningún equipo–, Griezmann mantenía un compromiso que lo ligaba al Atlético hasta 2022, siendo el jugador mejor pagado de la plantilla. Mostrar abiertamente sus conversaciones con el Barcelona suponía exhibir públicamente una ilegalidad.
Pero Antoine dio el paso y las críticas fueron inmediatas. El hincha del Atlético, muy tradicional en sus costumbres y ortodoxo en las formas, no logró comprender cómo uno de los suyos involucraba a su equipo en esta melodramática telenovela mexicana. Porque no: el Atlético de Madrid no es un reality de las Kardashian. El Atlético de Madrid es un sentimiento que involucra a millones de personas, una pasión que merece dignidad y respeto. Al aficionado colchonero se le suele considerar distinto por sus maneras. De vivir, de sentir, de sufrir. Pero maneras todas al fin y al cabo. Las formas por encima del fondo, para lo bueno y para lo malo. Solo así se puede comprender que todo el fondo sur de San Siro se pusiera en pie para corear y ovacionar al tipo que falló uno de los penaltis decisivos en la final de la Champions de Milán. Solo así se puede entender que medio Metropolitano silbara al jugador que le dio media Europa League con sus dos goles en la final de Lyon. Ese tipo era el mismo. Eras tú, querido Antoine. La hinchada atlética no exige títulos, solo honrar la camiseta dentro del campo y respetarla fuera de él. Por lo que fuera, se te olvidó una de las dos premisas. Y eso rara vez se perdona.
Sin embargo, si el aficionado más indignado se para a pensar fríamente en el desarrollo de los acontecimientos, quizás pueda comprender el modus operandi de Griezmann. Aceptémoslo. Vivimos en una época donde las redes sociales operan a escala global y tienen una difusión mundial. En la era millennial, la de las grandes plataformas audiovisuales y la de la comunicación de masas, el fútbol es un producto de marketing más dentro de ese conglomerado. Entre usted y yo: o nos adaptamos o abandonamos. Y créame, que aunque la tentación a veces invita a decir “basta”, el sentimiento rojiblanco y el amor al balompié están demasiado arraigados como para darles la espalda. Probablemente su carácter sea de tiempos pasados, pero vivimos en la modernidad. Antoine es de otra generación. Su fútbol no es el de los campos embarrados de los 70 ni el del hooliganismo de los 80. Su fútbol es el de las estrellas mediáticas, el de los peinados extravagantes y el de las historias en Instagram. Por más que cueste entenderlo, no queda otra que aceptarlo.
Pero si hay dos cosas que es justo reconocerle al intrépido Antoine. La primera ha sido destapar las constantes mentiras difundidas por los medios de comunicación deportivos en España. Si algo logró este documental, fue visualizar pormenorizadamente las fases del proceso y retratar todos aquellos bulos que se dieron por hechos en la prensa. Nada de precontratos ni de cláusulas compensatorias. Griezmann nunca tuvo algo firmado con el Barcelona. Fundamentalmente porque es ilegal. Pero muchos lo creyeron y culparon a Griezmann de, con su silencio, ser cómplice de esas palabras. Moraleja: no consuman. Nunca. Por más que Simeone se lo recuerde una y otra vez, siempre terminan cayendo. Antoine les volvió a hacer un recordatorio. Desde aquí, les invito a que lo interioricen como si de un mantra se tratara: no consuman. Escrito queda.
La otra cuestión que se le debe atribuir a Griezmann es, a juicio de este servidor, la más importante. Primero, por compleja. Segundo, por desconocida. Y es que Griezmann ha logrado que la dirección deportiva del Atlético de Madrid haya empezado a actuar con la coherencia y la rapidez que exige la grandeza de esta institución. Ni los más viejos del lugar recuerdan un mes de junio con dos fichajes anunciados y la continuidad de su estrella oficializada. No conviene olvidar el mérito de Diego Pablo Simeone en este proceso. En su primer mercado estival, el argentino luchaba por retener a Falcao y realizar fichajes a coste cero. Seis años después, su Atleti es capaz de convencer a Griezmann para quedarse y ofrecerle un equipo para conquistarlo todo. Gracias eternas, ‘Cholo’. Él más que nadie ha contribuido para que Antoine Griezmann rechace al Barcelona y se quede en el Atlético, algo que parecía impensable hace no mucho tiempo. Ni poder ganar más títulos ni jugar con Messi sedujeron al galo lo suficiente. Antoine se queda en casa. Simeone sonríe. Su Atleti será más grande que nunca. Y eso, al final, es todo lo que importa.