Una triste despedida

Corría un cuarto de hora después de la medianoche cuando el eterno rumor se hizo real. La operación que nunca se cerraba, la salida que nunca se materializaba, se convertía en certeza. Saúl Ñíguez abandonaba el Atlético de Madrid. Nadie hubiera apostado lo contrario en mayo. Nadie, a 30 de agosto, se hubiera atrevido a pronosticarlo. Ni siquiera el propio Saúl, quien ya había asumido su continuidad ante la ausencia de ofertas durante todo el mercado estival. Todavía con el shock de saber si la documentación se había entregado a tiempo, el ilicitano aparecía en el Twitch de Ibai Llanos para explicar los motivos de su marcha. Visiblemente tocado, tres palabras resonaban con fuerza en cada una de sus intervenciones: «cambios de posición». El hasta ahora ‘8’ rojiblanco confirmaba que partía hacia el Chelsea en busca de la felicidad perdida, supuestamente, lejos de su hábitat natural.

Algo lleva roto en la cabeza del ilicitano desde hace tiempo. Todos lo veían en el campo, él lo refrendaba con palabras. Saúl había dejado de ser Saúl. Dos temporadas nefastas sobre el césped convirtieron a un buque insignia del club en un suplente habitual. Muchos pensaban que un cambio de aires era lo mejor para volverse a encontrar con el futbolista que pudo llegar a ser. Sin embargo, el relato falaz que repetía el canterano como un mantra mostraba que había algo más detrás de ese bloqueo mental. En este tiempo, Saúl ha perdido algo mucho más importante que la confianza: la perspectiva.

Un brillante trabajo elaborado por Atlético Stats el 1 de septiembre demostró que Saúl apenas había disputado el 17% de los minutos como lateral izquierdo desde la temporada 2018/2019. Más de la mitad de los minutos (el 51%) se habían concentrado en la posición de pivote. Este porcentaje representaba una proporción prácticamente idéntica a la del período 14/15-17/18, donde Saúl disputó el 50% de su tiempo sobre el verde en la demarcación de mediocentro.

Los datos constatan una realidad conocida por todos: la pérdida de rendimiento del internacional español no se debió a los cambios de posición. Aun así, el ilicitano insistió en su petición a Simeone de entrenar en su demarcación. Resulta extraño imaginar que el ‘Cholo’ utilizaba a Saúl en los entrenamientos lejos del lugar donde iba a jugar en los partidos. No obstante, aun pudiendo ser cierto, tampoco parece razonable ensayar con un futbolista en una posición distinta a la del domingo por mera conveniencia personal.

Tampoco cuadra en el argumentario de Saúl la idea de que el club quisiera venderlo en verano sin saberlo. Es aquí donde el nuevo jugador del Chelsea cae en una contradicción insalvable. No casa bien el defender su intención de salir con la sorpresa por ver al club buscándole una salida. Si el ‘8’ no salió antes, fue por falta de ofertas. Y a 31 de agosto, tal vez no debió salir nunca. El Atlético de Madrid ha hecho del ‘heitingazo’ un fenómeno habitual. Eso no habla bien de una institución acostumbrada a los sainetes finales. Cierto es que la marcha del ilicitano se había convertido en condición sine qua non para el regreso de Griezmann. Sin embargo, ningún futbolista debería salir con la Liga empezada; menos aún, de la talla y jerarquía de uno de los capitanes.

Sea como fuere, el adiós de Saúl ya es un hecho. 340 partidos y seis títulos después, el hermano pequeño de los Ñíguez se despide como una leyenda del Atlético de Madrid. Su contrato hasta 2026 y la fórmula de su salida (una cesión) invitan a pensar que es un punto y seguido en la carrera del ilicitano como rojiblanco. Pero si este es el final, su figura merecía mucho más que esta triste despedida. Ni él ni su entorno -y quién sabe si el club y su gente- supieron estar a la altura.

Autor: David Gómez

Alcarreño. Adicto a la buena música y a la escritura. Estudiando y haciendo periodismo con un micrófono y un papel. Esclavo de una pasión llamada Atlético de Madrid.

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2 Comentarios

  1. Es muy joven. Tan sólo tiene 26 años, espero que su despedida sea un Hasta siempre!

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  2. Lo mismo que hay aficionados que no valoran el trabajo de Simeone durante estos diez años, también hay jugadores que creen que son ellos los únicos artifices del crecimiento del club. Eso les puede llevar a pensar dónde ellos rendirían mejor, sobre todo pensando en ellos mismo.
    Desde la marcha de Gabi se inició lo que hemos conocido como la transición del equipo. Había que darle «la vuelta al calcetín» y de ello se ocupó Simeone. cambiando a jugadores de posición, principalmente para lo que se entiende como «sujetar el equipo». Había que clasificar entre los cuatro primeros, para que económicamente se sostuviera el club.
    Esa transición es el gran éxito de Simeone.
    Ha logrado conjuntar una plantilla que el año pasado consiguió la Liga y que actualmente es firme candidato a conseguir títulos en España.
    Ahora si se le deben pedir resultados a Simeone. Y también se le puede pedir futbol.Tiene las armas para ello.
    Lo de Saúl, me parece que le ha fallado su entorno.
    Los padres de los deportistas de elite, deben animarle cuando vienen las derrotas y dejar la parte deportiva de sus hijos en manos de los profesionales.
    Hace un mes falleció Manolo Pazos, para mi el mas grande en el mundo de la vela como entrenador y muchas veces me dijo, que el mayor peligro del deportista, podia venir de su entorno familiar.

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