Lo pensé mientras saboreaba una cerveza y el realizador me mostraba a Joao corriendo por la banda de El Sadar, ¿será esto el fin del fútbol? La semana pasada fue noticia la última ocurrencia de los adalides del fútbol moderno: Superliga europea. Un nuevo formato que pretende maximizar beneficios (para ellos) y generar mayor espectáculo (esto se supone que es para nosotros.)
¿Qué proponen? Que todos los fines de semana se den partidos cuyo principal atractivo es la poca regularidad con la que se juegan. Es decir, pretenden que una persona cene todas las noches chuletón. Hacer de lo extraordinario algo cotidiano implica que tarde o temprano llegue a aburrir. Y para entonces no habrá plan B, a no ser que quieran llevarse la Liga a Marte o, y esto parece raro, pero fíate y no corras, les dé por pactar resultados en función de cuanto venda tal o cual equipo.
De llegar a ver la luz este supertimo, será el final del fútbol tradicional, el de los equipos con arraigo, historia y tradición, y el turno de las marcas, el globalismo y la artificialidad del sentimiento. La figura del hincha está en busca y captura, las bufandas hacen daño y no son tan dóciles y maleables como lo pueden ser los clientes.
Ven al estadio cada 15 días, pasa toda la jornada consumiendo todo lo que tenemos preparado para ti. Siéntate en la grada, no cantes (salvo lo que diga el speaker por megafonía) y silba el juego del equipo si no te gusta. Después de esto márchate a casa, no te preocupes por el devenir del equipo, los que saben lo están haciendo todo bien, y vuelve otra vez con el único objetivo de consumir y consumir.
¿Qué lleva a un hincha del Tudelano o de cualquier equipo de Segunda B a ir cada domingo al estadio? ¿Qué le lleva a tragarse partidos infumables jornada tras jornada, a pasar frío o a comerse tardes de lluvia? El arraigo y la pertenencia. El día que nos traten como a meros consumidores muchos de nosotros abandonaremos las gradas, cancelaremos nuestra suscripción a las plataformas digitales que dan futbol y nos dedicaremos a otra cosa. Ir al campo, pasear en bicicleta, aficionarnos al cine o la fotografía, cualquier cosa de la que podamos sentirnos verdaderamente participes. Pero siempre tendremos esa sensación de nostalgia de una vida anterior en la que éramos libres, y nos encerraremos en una habitación a visualizar partidos antiguos y beber cerveza mientras tarareamos en bajito el Sweet Caroline.
Foto: Getty Image
3 noviembre, 2020
Tiene usted toda la razón.
3 noviembre, 2020
A ver Marcos, hay una cosa que se llama evolución. Lo que empezó siendo una competición provincial, consiguió que mas tarde fuera regional y posteriormente nacional. En todos los deportes.
Vimos competiciones internacionales dentro de un continente y también Olimpiadas.
Es lo mismo que la globalización. Y que la OTAN o Naciones Unidas.
La NBA empieza como una fusión de la NBL y la BAA. La Copa de Europa de futbol de clubes son diez equipos y hoy es una gran competición.
Yo estoy a favor y sobre todo por una razón. Se la explico
La Liga de futbol como competición es una de las competiciones más injustas que hay. A la falta de igualdad deportiva que existe, se une la económica.
Es un largo debate y no se puede solo entablar a través de unas paginas, se necesita tiempo para exponer todas las razones.
Pero ya digo, yo creo que hasta sería beneficioso para el futbol como deporte y para el espectáculo.
4 noviembre, 2020
Cierto que es un tema para debatir largo y tendido pero el comienzo es ese mismo que apuntas.
Desde que el fútbol se fue profesionalizando y, al mismo tiempo, se fue incrementando el negocio, se empezó a fraguar el timo. Un timo basado en hacer creer a los aficionados que se cumple la regla ancestral del deporte que es competir en igualdad de condiciones.