El Atleti se encontró en Salzburgo justo lo que esperaba: un equipo joven, descarado, con varios jugadores con mucha calidad, sin presión alguna por la derrota Con un entusiasmo desmedido, impuso al partido desde el minuto uno un ritmo infernal con la convicción de buscar la portería de Oblak una y otra vez en busca de un gol que le diese un pase histórico para ellos.
Simeone dispuso el que ahora es su once de gala, esto es: Trippier, Savic, Felipe, Hermoso. Saúl y Koke al medio, con Carrasco, Llorente en los costados y Joao y Suárez arriba. No entró bien el Atleti al partido, a pesar de que estaba avisado, y se vio superado por el aluvión que proponían los austriacos. En 15 minutos no conseguía enarbolar tres pases, en parte por la alta intensidad de la presión del rival, en parte por la permisividad de un árbitro inglés que facilitó el contacto y dio barra libre a los locales, que iban creciendo con cada recuperación, con cada galopada. Un palo y una mano de Oblak sostuvieron el marcador, aunque la sensación de impotencia calaba en las filas rojiblancas.
No dio tregua el Salzburgo y sólo intermitentemente el Atleti intentaba salir. Nota mucho la baja forma de Saúl en el medio, anda impreciso el canterano y se resiente mucho el equipo, que lo espera y lo espera. Suárez parecía fuera de un partido de tan alto ritmo y sólo Joao sacaba personalidad para intentar frenar el ímpetu de los de Jesse March. Sufría mucho sabedor de que en cualquier embate vendría el gol y el gol traía el desastre y entonces fue el balón parado, aquel viejo amigo, quien vino a rescatarlo. Desde la izquierda, Carrasco metió una falta muy tocadita al interior del área y Hermoso culminó su gran momento de forma con un gol que abría la esperanza para un partido que estaba poniéndose negro.
La segunda mitad fue más de lo mismo. El Salzburgo no se rindió y continuó apretando con la misma efusividad del principio. Su despliegue físico era espectacular, muy por encima del Atlético de Madrid. Recuperaba y atacaba, recuperaba y atacaba. Dominik Szoboszlai, un futbolista húngaro de calidad excepcional, tal vez el mejor del conjunto de Red Bull, falló incomprensiblemente un mano a mano con Oblak. Lo tiró fuera. Pero dejó el reguero de miedo y de frustración. Simeone movió el banquillo y sacó a Saúl y a Suárez, que se marcharon muy enfadados, para dar entrada a Herrera y Correa y el equipo mejoró considerablemente. El mexicano aportó la pausa que necesitaba el equipo en el medio y Correa, en su buena línea habitual, estiró el equipo y aportó mucho trabajo en el ida y vuelta que planteaba el rival.
El resultado se mantuvo en el aire, pero el partido era otro. El Atleti comenzó a llegar con peligro, a aglutinar posesiones más largas, a poner el miedo a distancia. Finalmente, en una contra lanzada por Correa, que sirvió al segundo palo, Carrasco hizo el segundo gol en un remate precioso a un toque. Ahí acabaron las ilusiones austriacas y el partido.
Así, los de Simeone lograron el pase a octavos una temporada más, una maravillosa rutina a la que no debería perdérsele el valor, pues no conviene olvidar que en la era previa al entrenador argentino la Champions no era más que una competición lejana y dañina que siempre jugaban otros.
Foto: Getty Images
10 diciembre, 2020
El sufrimiento es sinónimo del juego del Atleti, no ha existido una época en la que el Atleti no ganase sus partidos importantes sin una dosis adecuada de sufrimiento. Por eso, ya no nos debería sorprender.
Comparando a este equipo con el de hace 5 o 6 temporadas se da la paradoja de que al equipo actual le crean más ocasiones claras de gol, sin embargo, recibe (por ahora) menos goles que aquel formado por Godín, Miranda, Filipe, Juanfran, etc.
Aunque la labor defensiva es necesaria en todos los jugadores, al igual que hace unos meses se señalaba a Trippier, ahora es de justicia reconocer el buen trabajo que está realizando desde hace bastantes partidos, no solo en defensa sino también en ataque.
Por último, el arbitraje de Taylor fue de esos que hace años se llamaban sibilinos, permitiendo el juego duro de ambos equipos pero sancionando siempre al mismo. Estos arbitrajes son los que a equipos como el Atleti le pueden hacer perder eliminatorias o lo que es peor, dos Finales de Champions.
11 diciembre, 2020
Bueno, lo que nos enseño este partido es que Simeone sabe «resucitar» el viejo sistema, cuando es necesario.
En un partido de «toma y daca», yo creo que hubiéramos tenido menos posibilidades. Con dos equipos abiertos ellos tienen ventaja, por físico y atrevimiento.
También cuenta que tenían que remontar, no les valía otro resultado, que aunque empezáramos cero-cero, realmente era 0-1 a nuestro favor antes de que marcara Hermoso. Para Simeone era un partido de eliminatoria.
Por ello siempre el Atletico esperó. Lo mismo que hizo el Liverpool en la final de Champions en el Metropolitano contra el Tottenham o el Bayern contra el PSG, en Lisboa, cuando se pusieron 1-0. O lo mismo que hizo el Real Madrid en la mini-liga.
Nosotros no teníamos que buscar un gol para pasar, ellos si.
Y ese viejo sistema siempre fue así. Siempre aparecía Oblak.
Seguro que en otros partidos Simeone recurrirá a esta forma de jugar. Ahora toca Valdebebas y veremos como plantea ese partido. Simeone es un camaleón, siempre busca algo con lo que sorprender y aunque el empate no es malo, hay que ir a pegar un puñetazo en la mesa. Hay armas para ello.