Frente y afición, Atleti campeón

Hace un año llegamos al Wanda Metropolitano y a pesar de los recelos que traíamos por tener que abandonar el Calderón, el estadio nos pareció bonito, grande y así de cómo de equipo grande de Europa. Los primeros partidos estábamos más preocupados en ver cómo era el estadio, en tratar de coger la nueva perspectiva del césped, en hacernos fotos… pero poco a poco nos fuimos dando cuenta de que este estadio tan grande y tan bonito era un poco frío y que incluso tenía una acústica regulera.

“El estadio es la leche, pero el Atleti es otra cosa” venía a resumir el sentir general de la gente, que de esta manera quería expresar que en el Calderón se notaba más el ambiente y uno se sentía más participe del espectáculo, que al fin y al cabo es lo que nos gusta a nosotros. Desde hace 36 años el Frente Atlético ha sido el motor de la afición del club, si alguna vez se ha catalogado a esta afición como la mejor del mundo es por el Frente, pero el año pasado parecía que ni siquiera ellos le cogían el pulso al nuevo estadio. Solo el día del Arsenal el Metropolitano se pareció algo al Calderón, pero al ser unas semifinales europeas tampoco tiene mucho mérito.

Con la nueva temporada todo ha cambiado y tuvo que ser un martes a las 22 de la noche, el típico partido que huele a ambiente gélido se convirtió en el renacer del espíritu del Calderón. Con los evidentes problemas de acústica que el estadio sigue teniendo, el Frente levantó a los anfiteatros del fondo, a la tribuna y el lateral despertando de nuevo la magia que nos unía a orillas del Manzanares. El efecto continuó el día del Brujas y el domingo contra el Betis los últimos minutos recordaron mucho a cómo vivíamos los partidos en el Calderón. Cerrar los laterales de la parte de La Peineta, e incluso hacer obra para ampliar la inclinación de la grada de abajo ayudaría bastante, pero de momento el Frente, una vez más, se ha puesto manos a la obra para hacer del Metropolitano un lugar mágico.

Autor: Dario Leiva

Periodista. Colchonero de corazón. Si se cree, y se trabaja, se puede.

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