Aquí me pongo a contar

Volvía a rodar el balón en el Metropolitano, pero la sensación era completamente diferente. Media hora antes del partido no había puestos de refrescos y bufandas en los alrededores, no se escuchaban cánticos y en el Barrio de Las Musas se podía aparcar sin demasiados agobios. Dentro del estadio la cosa no mejoraba, la práctica totalidad de asientos estaba vacía y solo algunos eran ocupados por camisetas y flores.

Después de haber visto durante meses como las víctimas eran un mero numero estadístico y después haber normalizado esa situación, este acto tan simbólico estremeció a más de uno. Ya no eran una cifra, no eran el abonado “x” o la victima mil, eran Sofía, Carlos o María. Y la cara te cambiaba cuando te dabas cuenta de que esos asientos no estaban muy lejos del tuyo. Por la cabeza se te empiezan a pasar las miles de veces que te habrás cruzado con esa persona en algún partido y, ahí, es cuando lo notas como algo tuyo.

En lo alto de la grada una lona pintada a mano gritaba lo que hay escrito de forma invisible en cada epitafio de todo atlético: “desde el cielo te voy a animar.” Un cosquilleo empieza a subirte por la pierna y se encarama al pecho rozando el corazón, para algunos ya nada volverá a ser como antes. Todo estaba medido, no faltó ni un detalle en un homenaje sencillo y emocionante. No hubo una gran ceremonia con fuego y luces ni cantó algo triste la artista de moda, fue simple y nuestro. El violinista empezó a acariciar las cuerdas de su instrumento y el nudo en la garganta fue creciendo. Un himno del Atlético de Madrid sin letra en la tierra pero que seguramente fue cantado a pleno pulmón en el cielo.

Las cámaras enfocan el banquillo con la camiseta de Antic y posteriomente el palco de honor con las de Capón, Peiró, Jones y el joven Minchola. El club bordó todo a la perfección y mimó cada detalle para que no faltase de nada. Cuando quieren es todo tan fácil… No había pitado el árbitro y la victoria era rotunda y por goleada. La deportiva tardó en llegar, como todo en la vida de un atlético que sabe que no queda más que pelear y seguir, y lo hizo por medio de Vitolo rematando un córner. Hasta en eso hubo mística. Horas antes veíamos a Koke colocar un ramo de flores siguiendo indicaciones de Margarita en esa misma esquina. Y es que, por más que preguntes y trates de buscarle el sentido, “aquí me pongo a contar, motivos de un sentimiento que no se puede explicar.”

Foto: Getty Images

Autor: Marcos Martín

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1 Comentario

  1. Falló algo.
    Fue el realizador de la tele. Esa persona que elige en cada momento qué imagen vamos a ver en nuestro televisor. Nunca supo estar a la altura del acto.
    Las formas que guardó el club para respetar a todos sus socios desaparecidos, como las de Minchola, Jones, Capón Peiró y Radomir, el mismo ramo de doña Margarita que llevó Koke hasta la esquina, culminado por la melancolía que desprendía el violín, eran digno de una mayor atención.
    Claro que viendo cómo en nuestro país no se ha tenido la necesaria consideración a todos los desaparecidos por esta pandemia, que se podía esperar del realizador.
    La muestra de respeto que hizo nuestro club, es lo más digno que se ha realizado en nuestro país hacia las víctimas de esta tragedia.
    Eso si, a pesar de la televisión.

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