Un empate en perspectiva

El Atleti dejó escapar la victoria frente al Celta en la última jugada del partido, uno de esos empates especialmente amargos porque aparece cuando ya uno hace cuentas con el botín de la victoria, un empate de lamento, de rabia, de ¿por qué no te tiraste al suelo Savic? ¿o por qué no metiste un cambio Simeone? Un empate de esos que impiden contar ovejas y vuelven y vuelven como fantasmas a quienes se les abre por un rato la puerta de la habitación donde permanecen encerrados. Pero, después de todo, un empate bueno, si se sabe aplicar la perspectiva.

En la vida todo es cuestión de perspectiva, esto es algo que uno va aprendiendo con los años pero que no termina de creerse del todo, porque la usamos sobre todo para paliar la desgracia. Cuando nos abandona la pareja o el trabajo, o cualquiera de las cargas que a diario soportamos, aplicamos la perspectiva de lo que fue y lo que probablemente será y así todo nos parece menos doloroso, aunque sea mentira. Cuando los hijos holgazanean, suspenden, aplicamos la perspectiva a sabiendas de que eso no mejorará los resultados, pero sí nos permitirá tomar la cerveza sin cargos de conciencia. Un poco así fue el empate frente al Celta, un punto horrible porque ya el partido acababa con otra victoria importantísima y fue una jugada desafortunada:  Savic queriendo recuperar la posición a la pata coja después de un fuerte golpe y atrayendo la desgracia como esos imanes de Murphy que solemos llevar en los bolsillos. La pelota al centro del área pequeña donde aparece el goleador, Facundo Ferreyra, uno de esos tipos que parece sacado de una novela de Vargas Llosa, y listo, se acabó el triunfo, no existe más.

El partido arrancó realmente mal, con un Celta dominador que venía a hacer mella en la incertidumbre del Atleti, que no había podido anunciar su convocatoria hasta dos horas antes del partido. Sin entrenamiento en el día y con la incertidumbre de las pruebas del COVID, los jugadores aguardaban en su casa para saber quién podría ir al estadio y quién no, quién podría jugar y quién no. Se intuye un trabajo difícil para Simeone seguir conformando un equipo competitivo en estas circunstancias, con el coronavirus dentro del vestuario, no sólo por la falta de efectivos, sino por la incertidumbre instalada en el resto. El argentino puso en el campo todo lo que tenía: los tres centrales sanos, Llorente y Lodi en los laterales, Saúl y Koke en el medio, con Kondogbia en el eje y Suárez y Correa arriba.

Un primer tiempo horroroso

El once era de garantías, pero no entró con la tensión que requería el partido. El Celta no sólo fue dueño del balón y del juego, sino también de la presión, del tempo, y sometió al Atleti que bastante hacía con defenderse con el desorden que provocaban las imprecisiones de Felipe. Llegó el gol celtiña en un centro de Brais que remató a placer Santi Mina en el área pequeña, en una jugada que ya había sido previamente avisada por el otro costado, el izquierdo, en un remate fallido de Aspas. Con el gol, los de Coudet ganaron poso y tranquilidad, el Atleti un poco de chispa, aunque poca precisión. No encontraba a Koke ni mucho menos a Sául en la salida de balón, no había conexión con la parte ofensiva, en la que Correa y también Suárez se encontraban desaparecidos en el mar de la nada. Cuando se esperaba el descanso, Llorente remontó la banda por primera vez en el partido y puso una pelota al interior del área pequeña, un lugar en el que el Atleti sabe que este año pasan cosas. No es necesario elaborar unos planos complicados para armar el gol, como solía ser habitual, basta con meter la pelota ahí, en ese lugar extraño lleno de rivales en el que suele aparecer, desde la nada en la que decíamos que estaba, un delantero descomunal, que no está, pero de repente está, toca y hace gol. Y el gol lo arregla todo.

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Luis Suárez, leyenda del gol. Foto: Getty Images

Simeone introdujo un cambio en el arranque del segundo tiempo que cambió por completo el partido. Sacó a Felipe, un desastre con amarilla en la primera mitad y metió a Torreira, para fijar el medio centro, volverá a defensa de cuatro y reconfigurar un sistema con el que Atleti cambió el rumbo merced a la actuación descomunal de Kondogbia, que empezó a estar en todas partes, a recuperar todas las pelotas, a asistir a todos sus compañeros, en corto, en largo. Un jugador lleno de dudas permutó en un centrocampista total. De una apertura suya en profundidad a Lodi surgió el segundo gol del Atleti. El brasileño la metió a bote pronto dentro del área, la consigna es clara, y de nuevo Suárez, en un remate de los delanteros antiguos, apareciendo, hizo el gol que todo lo sana.

Con el marcador a favor, el partido fue ganando en intensidad, hubo pierna fuerte, y el Atleti asumió el reto. Torreira estuvo bien en el balón dividido, en la pelea, en el choque, Kondogbia acaparaba todo, hubo algunas llegadas pero no fueron suficientes para cerrar el marcador frente a un Celta que empezaba a desordenarse, a asumir la inferioridad llegada esa altura del partido. Tan era así que Simeone aguantó toda la segunda mitad sin hacer un solo cambio más. Porque no tenía mucho que cambiar, para empezar, pero también porque el partido estaba en un ritmo altísimo, y los que lo jugaban estaban dando la cara. Entonces, cuando mejor estaba el Atleti, cuando ya el partido acababa, llegó la cojera de Savic, otra pelota al área, el remate trastabillado de Ferreyra y el punto que ya nadie quería, aunque, con la perspectiva en la mano, muchos hubieran firmado.

Foto: Getty Images

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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2 Comentarios

  1. El partido de ayer da para muchas lecturas:

    La primera sería preguntarse por qué la covid se está cebando con el Atleti y no con el resto de equipos, que sería lo lógico.

    La segunda sería que, a pesar de que un equipo como el Celta, que en algunas fases del partido se parecía más al Celta de Múnich que a un equipo situado en la zona media baja de la tabla, fue el dominador del juego y del marcador, el Atleti consiguió levantar el juego y el resultado. Y esto es una cosa muy importante porque es lo que hacen los equipos ganadores.

    Otra lectura es que se están encajando más goles de lo debido y eso está influyendo en la dificultad para imponerse en los últimos partidos.

    Hay más lecturas, como la de la sensación de que Vrsalijko y Vitolo tienen las horas contadas, o como la de que ayer se perdió algo por no poder situar a Llorente en el ataque.

    En definitiva, el resultado no es malo en si aunque puede ser un aviso de lo que está por llegar, de momento, los árbitros y el VAR no están influyendo, pero la sanción inverosímil a Trippier, la covid cebándose en el equipo, nos empatan en el último momento cuando se había hecho lo más difícil… solo falta ya que los extraterrestres abdujeran a Oblak.

    No quisiera tener que acordarme del Pupas.

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    • El gol del empate final fue un hecho de verdadera mala suerte por el choque entre Savic y Lodi que dejó mal parado al primero y fue el que anulaba el fuera de juego. Circunstancias del fútbol, ni más ni menos. La actitud del equipo en el inicio nada buena, Felipe es un mar de nervios y se ha jugado la expulsión en varios partidos, o cambia o la terminará encontrando.

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