Trámite para pasar a octavos (1-0)

La eliminatoria venía liquidada de la ida, con lo que se esperaba un partido insulso en el que ver a los menos habituales, una suerte de primera ronda de Copa en la que la gente acude al Metropolitano por pura inercia, porque no saben hacer otra cosa que estar en su casa cuando juega su equipo, porque, como dice mi buen amigo Santi, ellos no van a ver al Atleti, sino a vivir al Atleti. Con todo, la semana venía cargada con la polémica fabricada por el madridismo ideológico en torno a la supuesta mala relación entre dos leyendas contemporáneas del club: Torres y Simeone. El asunto se disipó rápido: el canterano titular, los gestos amables, la grada, tajante, cantó a los dos por igual y añadió una coletilla para aclarar el asunto: “Salta a la vista, la prensa es madridista”.

En el campo, el Atleti salió con fuelle en busca del resultado, fundamentalmente sustentado en el empuje de Correa, que salió al partido como si en él estuviese en juego su titularidad, pese a que uno de los que habían de disputársela, Carrasco, estuviera fuera de la convocatoria por estar negociando irse a China en un traspaso millonario. Salió cargando por la derecha, con un once renovado en el que estaban el canterano Sergi en el lateral, que hizo un partido correcto, el medio para Gabi y Koke, Vitolo y Correa a los costados y la delantera para la dupla de nueves: Torres y Gameiro. Muy pronto Gameiro se acomodó un balón en la frontal para lanzar un zurdazo inalcanzable para el portero del Copenhague, que hizo la estatua. El Metropolitano se sacudía el frío polar gritando un gol que dejaba a las claras la placidez del encuentro que les esperaba a todos.

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Sergi, el canterano que Simeone hizo debutar en UEL. Foto: RUBÉN DE LA FUENTE

A partir de entonces, el Atleti pudo haber insistido y golear pero inevitablemente fue cayendo en un letargo del que solo interesaba salir para el vestuario. Sólo Vitolo trataba de aprovechar su oportunidad, apareció bastante, trató de asociarse sin una brillantez elevada. En la segunda mitad fue más de lo mismo, una siesta fuera de hora de la que era difícil despertarse. Entró Gaitán, y eso fue una gran novedad, porque fue como crear una ilusión desde la ceniza. El argentino tocó con calidad, combinó bien, y nada más entrar sirvió una pelota de gol a Gameiro que, para no faltar a la tradición, erró el mano a mano que podía haber confirmado su doblete. La gente se marchó pensando, ¿y si ahora Gaitán … ?

No hubo más, el Atleti superando el trámite sin damnificados y ya mirando a Sevilla, con la parada previa en el sorteo de octavos, en el que el camino hacia Lyon puede volverse más intrincado.

 

Fotos: RUBÉN DE LA FUENTE

 

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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