Y de repente Gameiro (1-4)

El Atlético necesitaba ganar, menuda novedad, como si el fútbol consistiera en otra cosa distinta de eso. Ganar y ganar y ganar. Podemos repetirlo durante dos folios, o durante media hora, ya nos lo dijo aquel sabio tan particular y grande. En esa búsqueda cotidiana de la victoria, en el Molinón, Simeone volvió a probar con una alineación ultraofensiva: Gabi y Koke en el medio y de ahí para arriba Carrasco, Correa, Griezmann y Torres. La pléyade de detractores que critican su afán conservador no podrán atacarle por ahí esta temporada porque no puede negarse que el argentino lo ha intentado con alineaciones de ese tipo.

Pero no resulta, no termina de cuadrar. El conjunto local salió valiente, alentado por su afición, y trató de meter en apuros a los rojiblancos, ayer de negro, que se defendían con solvencia. El partido transitó así, con el Atlético esperando y tratando de cazar un contragolpe que decantase la contienda. Pero esa contra no llegó y el choque se convirtió en algo espeso, el Atlético incómodo, sin sufrir, pero sin que los de arriba consiguiesen conectar. Un equipo partido que defendía cómodo pero no lograba combinar tres pases para poder herir al rival y así transcurrió todo un tiempo, sin que nada sucediera. Esa nada torcía el gesto de Simeone y empezaba a filtrar la idea de que ser ofensivo no es sólo una cuestión de nombres y que la enésima apuesta valiente había vuelto a fracasar.

La segunda parte empezó revolucionada. A los quince segundos, Carrasco adelantó al Atlético en la jugada de saque de centro, tras una prolongación de Torres. Parecía que a partir de entonces todo sería sencillo, coser y cantar, pero duró poco la alegría en las filas visitantes, porque Sergio Álvarez alcanzó premio para la constancia y el tesón sportinguista y, casi sin tiempo para interiorizar el nuevo estatus, había igualado de nuevo el encuentro. Lo que ocurrió después fue estrategia pura. El Cholo movió su banquillo con maestría interpretando con exactitud el momento del partido. Casi a la vez dio entrada a Saúl y Thomas para ganar el medio y a Gameiro para refrescar la punta de ataque. Los cambios resultaron determinantes. El Atlético empezó a mandar y, aprovechando el agotamiento físico del Sporting, lo sentenció.

Griezmann asistió con magia a Gameiro que, esta vez sí, hizo un gol importantísimo. Un gol que ponía por delante al Atleti y prácticamente liquidaba el choque. Era la noche del francés. En apenas cinco minutos completó un hattrick soñado, haciendo gala de su velocidad y por fin, de una definición precisa. El Atlético gana tres puntos importantes y algo más, la confianza del que estaba llamado a ser su delantero estrella. Los goles de Gameiro llegan en el momento preciso, justo cuando el último vagón del último tren de la temporada estaba a punto de partir. Cuando parecía que iba a quedarse en el andén, Kevin se ha encaramado de nuevo a la locomotora rojiblanca. En el horizonte, el sueño de la Champions. Próxima estación: Leverkusen.

 

 

 

Foto: clubatleticodemadrid.com

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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