El Sporting tardó poco más de un minuto en perder la trabajada etiqueta de rival incómodo que se ganó con su partido en el Calderón la temporada pasada. Una contra en la que un rapidísimo Gameiro habilitó a Griezmann, que resolvió el mano a mano con su habitual solvencia cuando el público todavía no se había acomodado en su asiento. Desde entonces, los de Abelardo se escondieron en la trinchera sabedores de que la guerra estaba perdida y los de Simeone aprovecharon la tarde para darse una magnífica terapia de grupo.
El Atleti enseñó el futuro, con Koke y Saúl en el medio, y el futuro enseñó que si esas piezas encajan el potencial ofensivo es descomunal. Enseñó también que habrá que buscar otro debate inane con el que atacar a Simeone porque jugar bonito, además de hacerlo bien, será una consecuencia natural del fútbol de los dos canteranos. Saúl fue el trabajador incansable de siembre, y dibujó con su zurda de tiralíneas la trazada ofensiva del equipo. Koke fue tres pulmones en uno, siempre en su sitio y en el de los demás. Recuperando y asistiendo y mostrando a todos cómo el centro de la cancha empieza a ser también terreno conquistado. Koke es ese jugador invisible que aparece en todos los lugares y que acostumbra tanto con su presencia, que solo sorprende cuando no está.
Arriba salieron Gaitán y Carrasco en los costados, intercambiándose, encarando, buscando ensanchar el campo, la superioridad en banda. Más activo el belga que el argentino, que parece necesitar más acople, todavía se siente incómodo, ahora la pausa es lenta pero se ve a la legua que es una cuestión de engastar los bordes de la pieza. Simeone lo sabe y por eso lo mantuvo todo el partido. Necesita tiempo.
La doble G francesa empieza a entenderse a la perfección. Gameiro hizo el segundo gol en un remate escorado por la izquierda, en el que él solo se volvió a generar la ocasión, con la diferencia de que esta vez la puso en la escuadra e hizo a todo el mundo muy feliz, porque veían que el partido estaba hecho con ese dos a cero tan temprano y porque veían también como la confianza, tan necesaria, empezaba a llenar los bolsillos de su delantero estrella.
Griezmann celebra su gol ante el Sporting. Foto: Ángel Gutiérrez – clubatleticodemadrid.com
Griezmann no necesita terapia, pero es un buen conductor para las de los demás. Aparece en la frontal y mete un zurdazo a la escuadra para hacer el tres a cero y convertir el partido en una fiesta, pero acto seguido aparece doblando en defensa al lateral para ayudar en una recuperación y le recuerda que también ahí pueden contar con él. Después dibuja sueños en el área, enseña la generosidad regalando goles hechos, aunque luego queden mal anulados por un árbitro bastante sospechoso. Va, viene, se le puede ver en cualquier parte, en cualquier momento, está convirtiéndose en uno de esos jugadores que nunca habíamos visto.
También hubo terapia atrás, Filipe aprovechó el partido para gustarse. Vrsaljko, el croata de nombre consonántico hizo suya la banda y demostró que Juanfrán tiene reemplazo y también competencia. Godín cortó, toco, rompió líneas, arengó y tan bien se vio que hasta hizo de delantero un poquito con un tino que ya hubiera querido el Atlético para atacantes titulares de otras épocas. Savic permaneció serio e inalterable, la única terapia que conoce.
El partido, con un resultado abultado y un rival entregado, estaba para cambios y estos también resultaron terapéuticos. Augusto se sintió el amo del medio en solitario, Correa recuperó su velocidad endiablada y aniquiló rivales con su gambeta fácil. Agitó el avispero y dio el cuarto a Fernando, que aprovechó la sesión colectiva para hacer el que le sirvió el argentino en bandeja, y otro adicional convirtiendo un penalti clarísimo sobre Gaitán. Cada gol de Torres esta temporada será un trozo de Historia del Atlético de Madrid.
Y así acabó esa terapia colectiva que fue el partido contra el Sporting, un rival desaparecido, contra el que el Atlético jugó bien y también bonito, con rapidez, combinando a un toque, con una resolución mortífera, aprovechando cada minuto del partido para conseguir cien objetivos en uno. Una maravillosa ventana hacia el futuro.
Foto: Ángel Gutiérrez – clubatleticodemadrid.com
