Escudo, coraje y corazón

En el cuarenta y cinco el Atleti perdía cero a dos después de una primera parte infame en la que se habían evidenciado todos los problemas que arrastra en la temporada. Unos jugadores atenazados por la presión y los nervios, una defensa indecorosa, un portero desconocido. El rival se acerca y casi sin querer hace el gol. Así llegó el primero de Musah y así vino el segundo de Hugo Duro. Dos llegadas, casi forzadas, dos goles. El Valencia no necesitó jugar, ni combinar, ni elaborar. Solo necesitó firmeza, sabedor de que el tiempo era su mejor aliado, de que la fragilidad de los locales quebraría el partido y que cada minuto que robasen al cronómetro secundaría su plan. Todo fue perfecto para ellos.

La segunda parte era de puerta grande o enfermería. Podía suceder lo de siempre, el quiero y no puedo, el runrún en la grada, la angustia reflejada en la cara de Simeone como en el mismo Cristo de Ánimas. Salió Correa por Lodi desde el vestuario y en seguida, el Cholo introdujo más cambios, algunos bastante polémicos. Entraron Cunha y Felipe y salieron Lemar y Joao, que no estaba haciendo un mal partido. Todo, el partido, el ánimo, la fe, quien sabe si la temporada, caminaba por esa extraña cuerda sin querer mirar abajo y comprobar que ya no quedaba red, que la caída era al abismo. Entonces apareció Carrasco, volcado a la izquierda, el belga dio un recital de los que serán recordados. Echó el equipo a su famélica espalda y a base de regate y profundidades empezó a cambiar el rumbo de todo.

En el sesenta y cuatro recortó distancias Cunha a la salida de un córner y ahí se encendió el interruptor aquel que había en el Calderón, con el que la grada jugaba también en el césped y de esa superioridad no podía librarse nadie. El Metropolitano tembló y el equipo recogió ese aliento para convertir sus nervios, sus dudas, sus problemas, en pura convicción. De Paul dejó de fallar pases, Koke ensanchó su pulmón, incluso Herrera, que también había entrado al partido por Vrsaljko, empujaron y empujaron hasta que en tiempo de descuento el marcador se dio la vuelta, el Metropolitano gritó afónico los goles de una remontada imprescindible, Simeone casi lloró todo el desasosiego acumulado y el fútbol regaló a quien lo merecía una victoria impresionante. Empató Correa en el noventa y uno y también, en una gran jugada del argentino, Hermoso culminó la gesta con el gol de su redención.

La locura estuvo justificada, ese gol era algo más que un triunfo, que tres puntos, era la devolución de una idea, quien sabe si un punto de inflexión y desde luego, la constatación de que es imposible doblegarlos a todos juntos, en comunión, ni siquiera cuando la situación es imposible. Por primera vez jugó en el césped el verdadero escudo del Atlético de Madrid y regaló a todos un triunfo que parecía hecho a medida de su historia, una remontada de coraje y corazón.

Foto: atleticodemadrid.com

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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4 Comentarios

  1. Una vez más, la afición lo mejor. Dio una lección magistral, a todos los estamentos del club, sin escepción.

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  2. El juego del equipo no cambió respecto a partidos anteriores, no se trata de echar agua al vino, pero el pundonor volvió a salvar al Atleti aprovechando que el Valencia en la segunda mitad se vistió de Rayo Majadahonda.

    Joao Félix consumió su enésima vida de crédito, su calidad es innegable pero su utilidad en el Atleti es muy discutible, un pasecito por aquí y un toquecito por allá, a cambio de no salir de casi ningún regate y borrarse del juego tras recibir dos patadas. Es muy poco bagaje para alguien que lleva encima el enorme peso de 120 kilos.

    Espero que este partido sirva para cambiar la mentalidad de unos jugadores que se estaban acomodando en la derrota, como bien ha dicho Josema Giménez.
    Próxima estación: Barcelona.

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  3. A falta de fútbol al menos nos queda el pundonor. Se puede ganar o perder pero no se puede no pelear.

    En eso también entra en juego la personalidad de los jugadores, es evidente que en el aspecto de
    garra no es lo mismo Saúl que Lemar.

    Y en lo respectivo al juego a ver cuándo vuelven Savic, Kondogbia, Llorente, Griezzman etc etc

    Estoy echando de menos mucho a esos cuatro… y a Saúl

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  4. Yo me alegro especialmente por Mario Hermoso, que, no hace falta señalarlo, se ha llevado, al alimón con Felipe, la mayor parte de las críticas del bajonazo atlético. Su gol es magnífico. Yo diría que de manual de delantero: está en el min 95 en la raya del área grande, sigue atento la soberbia combinación Herrera, Correa, Cunha, no se mete en fuera de juego ,y ataca el balón con determinación y lo enjaula, haciendo que parezca muy fácil el golpeo y el gol, cuando no lo es. De hecho me imagino a unos cuantos mandándolo a las nubes. Su cara en la celebración no es, sin embargo, de felicidad o liberación, sino de mucho sufrimiento acumulado y de lamento sincero por sus pasadas acciones desafortunadas.
    No solo por su gol, sino por otras varias intervenciones en la segunda parte, a mí me hace preguntarme algo que para tantos sabiondos de este juego sonará quizá a disparate, pero que a mí me complace plantear : no será que este chico debería jugar, en vez de central, mucho más cerca del área rival?

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