El 25 de abril un grupo de estudiantes de ingeniería de Bilbao se reunía en torno a unas viandas y decidía fundar el Athletic Club de Madrid. Al día siguiente registraron lo que hoy es nuestro Atlético de Madrid. De esto hace ya 114 años.
Coincidiendo con la efeméride la Liga de Tebas nos programa un partido contra el Villarreal. Martes a las 21:30 horas. Un horario muy bueno para mi amigo Albertito que deja a sus dos cachorros dormidos en casa, pero fatal para el resto de los mortales que llegamos a casa pasada la medianoche. Ayer, al llegar, estaba mi señora esperándome en el salón. Cosa rara. «¿Qué ha pasado?» fue su saludo. «Hemos perdido». Lo dije así, con naturalidad, y caí en la cuenta de que hacía mucho, pero mucho tiempo, que no venía del Calderón derrotado. Y me metí en la cama con un bullir de momentos del Calderón. No sólo los doce maravillosos éxitos que nos recordaron desde el Frente Atlético (como me siento encima de ellos, sólo pude leer la pancarta grande de abajo que decía: «Momentos del Calderón». Esta mañana he visto las fotos y la crónica con esos estupendos vividos en un estadio con el que los delincuentes del palco se empeñaron en especular sin invertir en serio en su remodelación y adaptación a los nuevos tiempos. Por cierto, a los amigos del Frente se les olvidó esa pancarta: 1987 Gil y Cerezo roban el Atleti y se enriquecen a nuestra costa: condenados y prescritos.
Delante nuestra, como no vinieron ni Fran ni Jose, se sentaron dos norteamericanas guapísimas y simpatiquísimas de New Jersey y Whasington DC. Juraron ante los atléticos del fondo amor eterno a las rayas rojiblancas. No trajeron bocata al descanso, eso no nos gustó. Casi ni echamos de menos a nuestros fieles compañeros de abono. Por cierto, no sabemos si era su sitio, pero mi hermano les dijo que se sentaran ahí y ahí se quedaron felices escuchando barbaridades sin poder celebrar un gol.
El partido nos salió rana. Otra vez. Como la ida en el estadio de la Cerámica. Allí nos metieron tres en la segunda parte. Pero es que el Atleti tiró dos al palo y falló hasta tres mano a mano con Asenjo. La bola no quiso entrar. Y lo que es peor, se nos lesionaron Tiago y Oblak.
Los de amarillo (Luis Aragoneeeeeees, Luis Aragoneeeeeees, Luis Aragoneeeeeees, Luis Ara go neee ee es) nos tienen cogido el tranquillo. Y salieron muy ordenados atrás y con solidez en defensa. Desde Adrián (que recibió una merecida ovación al ser sustituido en la segunda parte) hasta Fernández (el ex portero de Osasuna se crece contra el Atleti y hace auténticos partidazos. Ayer fue clave con intervenciones de mérito ante Gaitán, Griezmann, Saúl y Gameiro). El Atleti generó ocasiones en la primera mitad, pero no se fue descaradamente a por el partido. Decidió esperar. Todos confiábamos en los Cholocambios. Carrasco y Gameiro por Correa y Gaitán. Pero la mala fortuna quiso que el belga chocase contra el lateral de los amarillos (creo que fue Rukavina) y se lesionara el hombro. Tarjeta para el del Villarreal y al hospital. Al parecer no se ha roto la clavícula y se ha quedado en un fuerte golpe. Golpe que le va a tener de baja las próximas dos semanas, o sea, como a mí -aunque yo tengo el hombro perfecto, faltaría plus-. A él le tocará ver a sus compañeros contra Las Palmas, Eibar y Real Madrid desde la banda por culpa de su esguince acromio-clavicular en grado 1. A mí me tocará verlos (con suerte) contra los canarios por televisión desde Bilbao y contra los eibarreses y los ciervos desde cualquier punto del interior de Sudáfrica por culpa de mi trabajo. Que no me quejo, que sólo lo comento. El belga y yo tenemos vidas paralelas, aunque me fastidie (no es santo de mi devoción Yannik Ferreira Carrasco, aunque probablemente sea el que más magia tiene de la plantilla).
Salió el Niño para sustituir a Carrasco que hacía quince minutos había sustituido a su vez a Gaitán. Cánticos, ovación. Alguna casi ocasión, pero nada. En el único fallo de un Filipe Luis en una temporada sensacional, se lo rebañó Bakambú para dejársela a Soriano que, tras semidespeje de Savic, marca Soriano de rebote y rubrica y remacha la noche de infortunio atlético. Ver para creer. ¿Qué más podía salir mal? Pues que el árbitro pusiera en el acta que el Cholo había tocado en el hombro a un auxiliar para comentarle que deberían haber añadido algo más de tiempo. Miedo me da. No porque vayan contra el Atleti, sino porque el arbitraje de Ignacio Iglesias Villanueva fue ayer un auténtico despropósito. Probablemente el peor colegiado que haya pasado este año por el Calderón. De pena. Difícil hacerlo tan rematadamente mal. Y eso que no influyó en el resultado, pero estuvo pésimo. Seis tarjetas al Villarreal y dos al Atleti. Misterios insondables de los que no quieren adaptarse a los nuevos tiempos. Con lo fácil que sería ponerle un monitor al de la banda y que le fuera cantando por el pinganillo lo que es y lo que no.
Por cierto, llenazo en el Calderón. Mucho cántico, las pancartas y ánimos después de encajar un gol a diez minutos para el final. El Atleti achuchó, pero no era el día. También hubo aplausos a los jugadores al final del partido y ánimos para afrontar lo de los pío-pío y, sobre todo, el partido de ida de nuestra obsesión.
«Cabezas en Champions» me escribió mi hermano antes de dormir. Y a mí me dio por pensar que antes tenemos que ir a Gran Canaria, que nos iba muy bien con el partido a partido, que hacía mucho que no llegaba a casa con cara de idiota, de haber tenido las ocasiones y haber perdido por un único error y de rebote, de celebrar con derrota el 114 aniversario, de que me queda un único partido en el Calderón, cuando regrese de Sudáfrica, contra el Athletic Club. Que ojalá el 4 de junio abran las puertas del estadio para celebrar lo que traigamos de Gales. Que a soñar no nos gana nadie y que, aunque no sea mi jugador favorito, me fastidia que justo ahora, Carrasco, se nos haya lesionado.
Vamos, Atleti, vamos.
Foto: clubatleticodemadrid.com