El otro día me puse una camiseta del Atlético de Madrid para ir a la universidad. Parecía un día normal, estaba esperando al autobús como cualquier otra mañana, cuando de repente un niño pequeño junto a su madre se paró frente a mí con el grito de «Mamá mamá, mira, del Atleti». Me alegró mucho ver esa imagen, la ilusión de un niño pequeño al ver una persona con la que comparte la pasión de «su Atleti».
Una vez subí al transporte público, y en mitad de una guerra mediática entre las exigencias de los aficionados y los objetivos del club, pensé en cómo sería el futuro del Atlético de Madrid. En cómo viviría aquel niño esa evolución, y en qué situación estaremos de aquí a unos cuantos años. Posiblemente esto mismo le pasó a alguna persona que vivió con consciencia la época anterior a Simeone.
Esa donde el Atlético de Madrid vivió años muy duros, con el descenso al principio de los 2000, y con un regreso a primera complicado. De hecho, esa época estuvo marcada por temporadas regulares, derrotas continuas ante el Real Madrid y apenas opciones para ganar trofeos hasta la llegada de Quique Sánchez Flores. Ninguno de los que estaban allí presentes en el Vicente Calderón se creerían que la época más exitosa del club llegaría en unos pocos años.
En aquel entonces, el nivel de exigencia que había era completamente diferente a la actual. El éxito de Simeone durante los años que lleva dirigiendo al club ha convertido a la afición del Atlético de Madrid en una masa social llena de hambre, ilusión y sueños. Algo que va de la mano con la evolución natural que ha tenido la entidad a raíz de los numerosos títulos que se han ganado durante los últimos años.
Es lo más normal del mundo, un club crece, ingresa grandes cantidades de dinero, gana títulos, entrar en Champions League se convierte en una obligación y, por tanto, la afición pide más y más. Y esa es, justamente, la situación en la que nos encontramos ahora mismo. Una división entre la afición (o parte de ella), y la directiva. Los que compran sus entradas para ver al equipo cada fin de semana no les vale el discurso de la directiva, técnico y jugadores de tener que aspirar, únicamente, a estar entre los cuatro primeros en Liga.
Mientras que eso se mantenga, todo seguirá su curso, sostienen de puertas hacia dentro. Y es lógico, pues la fuente de ingresos que supone estar en la Liga de Campeones es lo que ha permitido al Atleti estar donde está. Pero ello no quita que el nivel de exigencia suba, que se le pida al equipo que llegue a la final de la Copa del Rey y la gane, que alcance rondas altas en Champions, que levante la Supercopa de España o que pelee al Real Madrid LaLiga.
Y todo esto empieza desde la directiva, que son lo que les da las herramientas a Simeone para que construya. Pero claro, cuando no le das las cosas que pide tu trabajador, lo tiene muy difícil para que el resultado sea óptimo, y en este caso, incluso aun así te salva los muebles. Y el primer paso para que cambien el discurso está en la afición, en la grada, en esa gente que ha conseguido logros históricos como recuperar el escudo original para «matar» al logo.
Son ellos los que tienen la ventana más grande para gritar, pedir y exigir a la directiva que hagan correctamente su trabajo, pues dependen de los señores de traje que el equipo pueda optar por unas cosas u otras cada temporada. No tengamos miedo a subir nuestras pretensiones ni a ser exigentes con lo que queremos y amamos, por favor.
19 mayo, 2024
Hay bastantes que visten la camiseta que la arrastran, no pedimos que ganen todos los partidos sino que no ensucien la camiseta por el terreno de juego, el cholo tiene que dar varios golpes de humildad a la gente como rodri de paul la cual personalmente no hace nada y si confiar más en la gente joven como arthur vermeeren