¿Puede haber algo más bonito que una rivalidad en el fútbol? Que la haya significa mucho para ambos equipos: significa que existes, que tienes alguien pendiente de ti, alguien al que celebrar tus éxitos y que estás muy vivo. En definitivo, es echarle el toque picante definitivo a un deporte tan pasional como es el fútbol. Si no tienes rival, tu vida es más incompleta.
Los derbis elevan los sentimientos más profundos en pocos días. Son capaces de tocar todos los estados de ánimo en muy poco tiempo. Y eso implica experimentar nervios, tensión, ilusión, odio, rabia, tristeza, euforia y alegría. Es algo inaudito, algo que es difícil encontrar en el arte. Y aquí lo tienes garantizado en los días previos e intensificado en los 90 minutos de partido.
Y vivir esto en Madrid también tiene un componente extra si eres de la acera india: enfrente no tienes a un cualquiera, tienes a Goliat, tienes al más poderosos y laureado intentando machacarte. Te obliga a activar tu mejor defensa, tu mejor cara. Es dar una vuelta más al significado de derbi cuando estás frente al Real Madrid.
Ante este contexto que -aunque a veces da pereza- tiene su aquel, este derbi que se avecina el domingo está tapando todo esto bonito que tienen estos partidos por un posible bailarín. Todos los focos no están en la rivalidad, en el fútbol o lo que hay en juego, sino en un único personaje: Vinicius.
¡Me están robando mi derbi!
Los focos no están puestos en una rivalidad, sino en un único individuo por si decide marcar (que no ganar) y bailar o no frente a una afición rival. Y los medios de comunicación y nosotros mismos hablando de ello estamos contribuyendo. Ahora todos esos sentimientos y esa experiencia sensorial está perdiendo terreno frente a la pereza.
¿Vinicius quiere bailar? Primero que marque el gol y luego que haga lo que quiera. Así lo dijo Koke (que se nos olvida que igualará este domingo a Adelardo como jugador con más partidos como atlético) y así le están tirando a dar por comentar lo que es obvio: que si el brasileño quiere danza pues “habrá lío” en la grada.
Es obvio, así es la rivalidad. Habrá insultos, habrá gritos si sucede. Y, en mi caso personal, habrá vergüenza ajena. Si alguien quiere malinterpretar las palabras del capitán del Atlético de Madrid, básicamente, no sabe nada de fútbol y mucho menos de rivalidad.
Veremos qué sucede, pero lo que sí está sucediendo es que me están robando mi derbi con toneladas de pereza ante un supuesto escenario protagonizado por un bailarín.