Ya digo que mi derbi no es el vuestro, el de los medios, el de la gente que sólo ve partidos que se venden como el del siglo, el del año, el clásico y demás eslóganes publicitarios. Pero es que tampoco fue el del resto de los atléticos. Ni siquiera de los que piensan y sienten el fútbol como un servidor. Mi derbi empezó tomándome una pastilla de valeriana con una infusión de tila. Después vino el golpe en la rodilla cruzando Arcentales y rematando un bolardo en el semáforo. Continuó viendo la butaca de Fran vacía porque una gastroenteritis le había dejado doblado en casa entre la tele, el Acuarius, el sofá y la taza. Siguió con mi mujer acompañándome en la grada y pidiéndome que no cantase el MHDP que tantas veces se merecieron los contrarios. Y con el bocata de jamón, aceite y tomate que se había currado mi hermano. Y con la tortilla de patata de mi suegra. Y con las monedas de chocolate que repartió Darío para celebrar sus primeros doce años acompañado de su abuelo porque su padre tenía guardia. En mi derbi no se silbó a Griezmann porque creemos lo mismo que el Cholo. Sí, es cierto que en ataque se esconde, y que se pasó todo el partido charlando en gabacho con Varane sobre si era mejor el baguette o el cruasán para el café au lait (¡olé!). Pero el «gremlin» se batió el cobre en defensa presionando y robando balones. ¿Qué coño le pasará? En mi derbi, ya digo, animaban los del Frente Atlético y sonaba casi todo el estadio nuevo que -aunque se empeñen los publicistas que me hacen dudar de mi presencia en la Peineta- siguió sin llenarse una vez más. Y es que en mi derbi, mientras desnudábamos el bocata de su papel de plata asistíamos a la desbandada del canapé y la barra libre en el lateral este de vikingos vips, en el anillo superior de la grada media donde están palcos de empresa, en el lateral oeste con el palco de honor vip, y los vips especiales y en las butacas acristaladas de otros vips y la madre que parió al fútbol moderno y chic que se ha apoderado de nuestro campo, de nuestro equipo. Por cierto, ahí sí se puede consumir alcohol. ¿Es que los ricos lo toleran mejor?
Mi derbi, y no me repito más, no es el vuestro. A mí me gustó el Atleti. A mí me pareció que el rival ha sido de los más flojos que he visto desde que llegara el Cholo. Y que si llegamos a tener un delantero inspirado, nos los merendamos. Aunque se empeñen en convencerme de lo contrario. Aunque los medios y sus clientes no paren de decirme que el Atleti se salvó por los pelos, que el árbitro nos favoreció y que el Real Madrid nos perdonó la vida porque no está en forma su delantero (obviando, así como quien no quiere la cosa, el arsenal que tenían en el banquillo y que el francés de Argelia no quiso o supo aprovechar). Por cierto, seguimos invictos en Liga. Por cierto, ya hemos jugado contra Barça, Valencia y Madrid, algo que ellos aún no han acabado de hacer entre sí.
Señores, yo soy del Atleti. El miércoles, contra la Roma, a dar el primer paso para demostrar que nunca dejamos de creer, que jugamos cada partido como si fuera el último, que mientras otros duermen nosotros seguimos soñando.
Siempre Atleti.
21 noviembre, 2017
No escribo en un blog, ni en ninguna parte. Soy chapista, Heavy Y socio del Atleti. Padre y esposo de soci@s del Atleti. Y suscribo lo leido arriba. Y, como en política, tengo mi criterio. Y a mi los medios no me engañan. Se lo que vi. Éramos varios levantándonos a la vez con cada ¿error? arbitral. Lo pongo entre signos de interrogación por que no parecían errores, si no decisiones tomadas a conciencia. Y ni aún así nos ganaron en 90 minutos. Como en la Copa de Europa …