Apenas llevo una semana viviendo en Madrid. Llegué y vi en un balcón una bandera del Atleti. Me asomé a la ventana y había tendida una camiseta rojiblanca y una toalla con el escudo. El primer día de clase, un profesor, se presentó como atlético y amenazó con suspender a los madridistas. Eran pocas horas en la ciudad y ya respiraba otro ambiente en cuanto a lo futbolístico. He vivido mucho tiempo en Sevilla, y lo que se palpa en un Betis-Sevilla es impresionante, pero vivir algo similar en primera persona supongo que es especial.
Cuando llegué, el Atleti estaba poco menos que muerto en Liga. El Real Madrid por el contrario, ya estaba destinado a marcar una época en el mundo del fútbol.
Entre una cosa y otra, el martes aproveché para acercarme al Metropolitano. Más allá de que el partido fuera cómodo, que lo fue, y que el Atleti hiciera una gran primera parte, que la hizo, a partir del minuto 45 lo que importaba era la jornada 7. Si en el horizonte no hubiera habido un derbi, lo normal hubiese sido que, a partir de las once de la noche, los bostezos se hicieran dueños del Metropolitano. Sin embargo, dicen que asistimos a uno de los mejores ambientes en la breve historia del estadio.
Un día después, podemos decir que el Real Madrid ni siquiera se presentó en el Ramón Sánchez Pizjuán. De repente el Atlético estaba a dos puntos con el duelo directo en el horizonte y un precedente reciente favorable. El Atleti, de haber tirado la temporada pasaba a ser favorito para ganar la Liga en la opinión pública.
En cualquier caso, Simeone no pierde un derbi liguero en el Bernabéu desde diciembre de 2012, es decir, seis temporadas. Esto le dio hacer del Atleti el primer equipo que lograba tres victorias consecutivas en Chamartín. Yo, que nací el año del doblete y no recuerdo la victoria previa al descenso, crecí en años en los que la ilusión duraba apenas los 10 primeros minutos del derbi. De hecho, me planteaba seriamente si algún día vería al Atlético ganar al eterno rival. Puedo decir que lo he visto y que vivimos una etapa en la que ha sido el único club, junto al FC Barcelona, capaz de poner contra las cuerdas a un ente monstruoso en todos los sentidos.
Además de tres puntos, hay mucho orgullo en juego pero cabría recordar que no merece la pena volverse apocalípticos en caso de que las cosas salgan mal. El Atlético ganó la Supercopa y dos semanas después había que echar a Simeone. El Madrid era mejor que el Barça de Guardiola y ahora resulta que Lopetegui cae en los mismos errores que sus antecesores. La Liga es muy larga. También parece que los blancos tendrán muchas bajas debido a la gala The Best. La vida del futbolista es tremendamente dura. Aun así, no quiere decir nada. No hace mucho, vi al Atleti perder en casa contra un Real Madrid al que le faltó poco para alinear al filial un mes antes de ganar la Copa del Rey en el Bernabéu. En definitiva, el fútbol es imprevisible y cambiante. Tanto es así, que ahora asistimos a un derbi decente con un rival digno.
Foto: RUBÉN DE LA FUENTE