Carta abierta (en canal) al señor Tebas

 

Estimado Sr. Tebas,

Ante todo disculpe usted el atrevimiento de dirigirle estas líneas. Seguramente andará usted muy ocupado en las tareas propias de su cargo, pero le ruego sepa encontrar un hueco para leer esta inocente misiva entre la vorágine de promociones, de asignación de horarios a mala idea o de decisiones tan relevantes como la del punto de la carne del chuletón de buey que gusta usted de meterse entre pecho y espalda con bastante frecuencia.

Le escribo primero como aficionado al fútbol y, siempre, como seguidor del Atlético de Madrid. Sí, del Atleti, ese equipo tan molesto que de un tiempo a esta parte se ha creído con el derecho de autoinvitarse a la fiesta que usted y sus amiguetes preparan cada año para que se lo pasen bien los dos de siempre. Comprendo que debe ser un fastidio mayúsculo para usted, sobre todo por su condición, nunca ocultada, de seguidor del equipo de las mocitas, que al sur de la capital haya surgido un rival incómodo e inesperado. No debe ser fácil preparar el baile con el mimo que ustedes, ilustres próceres del balompié patrio, derrochan cada temporada. Diríase que la Liga es para usted como una hija a la que colma de atenciones y caprichos. A cambio de traerla en palmitas, usted y sus congéneres esperan de ella que otorgue sus amores a un pretendiente a la altura de las expectativas. Uno que haya estudiado al menos en un colegio tan bueno como en el que ella se ha formado. Imagino la desazón que le sobrevino cuando hace un par de temporadas la niña se presentó en casa del brazo de un novio vestido de rojo y blanco educado en la universidad de la lucha sobre el césped. Normal que no se haya recuperado aun. Casi le compadezco.

Haciéndome cargo de su situación, me gustaría, no obstante, recordarle que su condición de caudillo del asunto del balón se asienta sobre la soberanía de todos los equipos de primera y segunda división. Por ello, cuesta entender el criterio con el que vuesa merced reparte los horarios que se sufren cada semana. Sorprenden los descansos generosos que unos contendientes disfrutan cuando otros malviven teniéndose que bajar del avión vestidos de corto, como quien dice, para poder cumplir con la apretada agenda a la que sus ocurrencias les someten. Tampoco hay que desdeñar cómo usted, despreciando sistemáticamente a esa, a su juicio, molestia innecesaria llamada aficionado, programa encuentros los lunes o los viernes en horario casi de after hours, incluso en invierno. Cierto es que debe ser complicado: horarios Premium, horarios valle, horarios para contentar al mercado asiático o al mercado de abastos. Un dislate, vamos, y más con lo volátiles que andan los mercados últimamente.

Quisiera hacerle ver que las camisetas blancas con las que usted y sus churumbeles se fotografían sin pudor a la menor ocasión son abonadas proporcionalmente por todos los clubes que conforman la asociación con ánimo de lucro propio que usted dirige. El nuestro incluido, por más que a usted le disguste. Sería necesario hacerle entender que no queda muy ético fijar partidos futuros presuponiendo eliminaciones de nuestro equipo en competiciones internacionales. No confunda la realidad con sus deseos más fervientes, haga el favor. Debería saber que hay unos cuantos dispuestos a denunciar sus desmanes para con el Atleti. Humildes aficionados a los que a veces les da por juntar letras, como es el caso, decididos a defender lo que los dirigentes de nuestro club no defienden, quién sabe por qué. Sería deseable además, puestos a ser puntillosos, que usted no se permitiera el lujo de hacer bromas con respecto a las exiguas horas de plazo entre un partido y otro que acostumbradamente receta usted a los de la ribera del Manzanares. Si el Atleti sigue ganando es a pesar de usted. No hay nada que agradecerle. Ni en broma.

Sinceramente, no espero que esta carta le haga reflexionar sobre las despóticas formas con las que usted ejerce su ministerio. Despóticas y cobardes, debo añadir. Solo desde la cobardía puede entenderse que su alocado amor por el pálido conjunto no influya negativamente en las sesiones que usted programa para ese otro equipo al que usted adora sin amar. Ahí no se atreve, por si acaso los medios le acusan de centralismo o de poco fair play. Desgraciadamente, en este país la justicia o la injusticia en términos futbolísticos se miden tomando solamente dos únicas referencias. Al resto se les trata como lo que son para ustedes. Relleno. Figurantes de una película en la que el final se marca de antemano. Todo era armonía hasta que apareció el Atleti, dispuesto a saltarse el guion preestablecido. Imagino cómo se sofocó cuando ocurrió.

Me despido, señor Tebas. No quisiera que mi impertinencia hiciera que se le enfriara la carne, ni mucho menos. Dado que no espero rectificación por su parte, al menos le rogaría que se guardara usted esa sonrisita que exhibe cuando es preguntado sobre los retorcidos horarios a los que somete al equipo de nuestros amores. Le aconsejo que la esconda detrás de alguna de las fotos que inmortalizan sus continuadas presencias en el estadio de Concha Espina. Mejor mantenerla a buen recaudo, no vaya a ser que otro día de estos los jugadores del Atleti le vayan a dar otro disgusto pese a su maltrato hacia ellos. Si eso ocurre, la sonrisita se le va a quedar helada. Lo mismo que el chuletón.

Atentamente.

 

Autor: Emilio Muñoz

Atlético, luego indio y por último colchonero.

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