Callémonos de una maldita vez

Si de algo sirve cumplir años es para darse cuenta de que uno cada vez tolera menos los radicalismos en algunas cosas al tiempo que se vuelve perfectamente radical en otras. Los años no traen certezas sino dudas, la convicción de que todo importa menos de lo que realmente parece, excepto algunas cosas irrelevantes que como todos ustedes saben son las más trascendentes. En el asunto de Morata, la edad, digo yo que será la edad, me sirve para observar con cierto sarcasmo la composición de las trincheras, los bandos que parecen irreconciliables, los golpes en el pecho de uno y otro lado, el enfrentamiento inane de gente que durante un exiguo tiempo se enfrasca en una batalla estúpida que está al margen de su guerra. Por eso, antes de pasar la página, me gustaría decirles algo.

A los de la trinchera del antimadridismo, Fondo Sur, Frente Atlético y todos aquellos que defienden la limpieza de sangre quiero decirles que yo estoy de acuerdo, lo estoy en el espíritu del cántico de “más gente que sienta los colores y menos cartera”, sobre todo en estos tiempos en los que en este negocio inmenso que es el fútbol, deben perpetuarse algunas Galias que resistan. Cómo no estar de acuerdo en no querer en tu equipo a alguien que ha besado el escudo del rival, eso va de nacimiento. Yo no quería a Morata, no lo hubiese traído jamás, ni si quiera se me hubiera pasado por el pensamiento. En lo que voy a discrepar es en la actitud una vez consumados los hechos. No estoy de acuerdo con mezclar las churras con merinas, con el insulto gratuito de ese término que se usa para desprestigiar llamado neoatlético, hablar de escudos y estadios para tratar de significar una misma cosa, que no es. No estoy de acuerdo con la batalla interna, con el desprecio interno. Ninguno de ustedes es más atlético que yo. Ninguno de ustedes es más antimadridista que yo. Igual sí, pero no más. No peleen con sus hermanos, no los insulten, respétenlos, enséñenles los valores que nos han traído hasta aquí, recuérdenselos porque a buen seguro todos ellos los conocen, pero háganlo desde la humildad, no desde la supremacía moral que no conduce a ninguna parte sino al mismo lugar que se desprecia, una suerte de élite del sentimiento absurda.

A los de la otra trinchara, a los que abrazan a llegada de Morata entiendo que puedan creer que todo el mundo en la vida merece una oportunidad, incluso aquel que nos ha faltado el respeto, ¿por qué no?, puedo entender que ustedes estén convencidos acerca de que lo que diga Simeone es palabra sagrada y que si quiso traerlo habrá que apoyarlo, ¿cómo no entender eso? Pero no olviden quienes somos, de dónde venimos y a dónde queremos ir. Queremos ganar, claro, pero no somos del Atleti porque ganamos. Ustedes también levantaron con el pecho henchido aquellas cartulinas de “Orgullosos de no ser como vosotros”, y si no somos como ellos es por cosas como ésta. Entiendo que no queramos hacer un drama con todo, pero también que se respete, porque al cabo deberíamos hacerlo todos, a los que tratan de defender los valores que nos unen. Y esto no es una cuestión sólo de Moratas.

A Morata también querría decirle algo. Morata no es un desconocido, él ha vivido la cantera del Atleti, su abuelo es hincha, conoce perfectamente a Briñas y a Koke, no es un “vikingo” cualquiera. Por eso debería saber mejor que otro que aquello que hizo, no tanto su marcha como su trato, los besos al escudo, el balcón después de Lisboa, los gestos en Turín, tienen en él una significancia especial. A Morata yo no le pido milagros, le pido que deje en el campo toda esa supuesta ilusión que trae. Que no haya grietas en su profesionalidad, que haga goles, uno tras otro, y después de eso, poco a poco, vaya resolviendo las cuentas pendientes. Él debe saber que no hay alfombras rojas, que va a necesitar algo más que una foto de niño o unas declaraciones altisonantes, o un gesto populista al principio, para poder ganarse el cariño verdadero de esta hinchada. No es un cualquiera, conoce el Atleti, sabe por lo que su gente lucha y lo que representa y si la proyección de aquel recogepelotas es sincera, debe purgar el regreso en silencio, con goles y más goles, y con alguna disculpa sincera, dejando que las cosas se acomoden. Debe saber que no tiene margen para que las cosas salgan mal, que esas vidas extras ya las malgastó con su pasado.

Todo lo demás es ruido señores, callémonos de una maldita vez y dejemos que cada uno haga su trabajo, que el tiempo ponga las cosas en su sitio. Y después veremos.

 

Foto: atleticodemadrid.es

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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1 Comentario

  1. Hoy en día, el aficionado rojiblanco no cuenta para nada en el mundo del Atleti SAD, en cuyo Consejo de Administración no tiene voto y aunque tenga voz, es sorda. Es un mero elemento decorativo, y como tal, ya no puede manifestar ni su opinión. Al aficionado lo quieren quietecito en su asiento aplaudiendo, o como mucho, en silencio, en cuyo caso ya se encargarán los dirigentes de pagar a una patética grada de animación al estilo merengue (al tiempo).

    Se vuelve a la eterna historia de que la opinión es buena si nos gusta y mala si no nos gusta. Del fondo sur hemos tenido que aguantar manifestaciones de todo tipo, incluso extradeportivas (en su mayoría de vergüenza ajena), pero también nos hemos felicitado cuando han llevado en volandas al equipo con sus cánticos.

    Dejemos que la afición exprese lo que siente en el único lugar que puede.

    Respecto al tema de Morata, la apuesta de Diego es tan arriesgada como innecesaria y cabría preguntarse como valora cada uno el respeto al escudo y a la historia del Atleti, mil veces zarandeada y vilipendiada por los que eventualmente pueden formar parte de ella.

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