Existen en el fútbol jugadores elegidos, futbolistas tocados por una varita que brillan con mayor intensidad en un firmamento plagado de estrellas. Grandes cracks que, sin necesidad de llegar a ser los mejores, parecen predestinados a estar en el momento oportuno y en el sitio adecuado. Personas marcadas por el azar para ser los que marquen la diferencia en el Día D y a la hora H. No se entrena, se convive con ello. Es algo inherente al jugador que posee esa cualidad tan innata y extraordinaria como el talento puro. Donde reina el nerviosismo, donde las piernas se encogen, ellos crecen. Nunca fallan. Están escogidos meticulosamente, porque se cuentan con los dedos de una mano.
Cualquier aficionado al fútbol en general y al Atlético en particular coincidiría en que esos valores encajan a la perfección con la figura de Saúl Ñíguez Esclápez. No es casualidad que sobre la espalda del ilicitano se dibuje el ‘8’ que en su día portaron dos leyendas del Atlético de Madrid como Raúl García y Luis Aragonés. No es casual tampoco que el pasado sábado, en Düsseldorf, fuera el propio Saúl el que llevara en su camiseta el ‘7’ de don David Villa Sánchez. Y es que tanto Simeone como Lopetegui saben que tienen en el menor de los Ñíguez un jugador de los que hacen época. Solo 23 años acompañan al joven Saúl, que en su haber cuenta con 188 partidos oficiales con el Atleti y más de una internacionalidad con la absoluta.
“Saúl tiene las condiciones para ser uno de los mejores medios del mundo”. Esas fueron las palabras que Diego Pablo Simeone dedicó a su pupilo hace un año. No es para menos. Desde que el centrocampista de Elche regresara al Atlético de Madrid en el verano de 2014, su eclosión ha sido meteórica. Su chilena al Real Madrid en el legendario 4-0 de la 14/15 fue solo la antesala de lo que vendría. La lesión de Tiago al año siguiente permitió al canterano rojiblanco hacerse un hueco en el once titular del ‘Cholo’. Memorables actuaciones como la de las semifinales contra el Bayern de Munich permitieron al ilicitano asentarse en el esquema del argentino, que desde entonces no lo ha movido de la titularidad. No en vano, Saúl es el futbolista con más minutos jugados en el Atlético de Madrid (3628 minutos), superando incluso la marca de Jan Oblak (3240).
Por si esto fuera poco, cabe destacar que Saúl solo se ha perdido dos partidos en lo que va de temporada. El primero fue el 6 de enero contra el Getafe por acumulación de tarjetas. El siguiente fue la vuelta de los octavos de Copa del Rey frente al Lleida. El resto lo ha jugado absolutamente todo, siendo decisivo en numerosos partidos. Especialmente particular es el idilio del ‘8’ con Europa, donde lleva anotando en seis eliminatorias consecutivas desde que marcara al Bayern en 2016. Bayer Leverkusen, Leicester, Real Madrid, Copenhague y Lokomotiv han sido sus siguientes víctimas. Por el camino, el Chelsea en Stamford Bridge y el Barcelona en Liga. Casi nada.
Las estadísticas confirman que Saúl Ñíguez se ha convertido en un fijo en los planes de Diego Pablo Simeone por su despliegue físico, calidad y polivalencia. Interior en sus primeros pasos con el ‘Cholo’, el técnico argentino parece que ya ha conseguido ubicar al ilicitano en el doble pivote junto a Gabi o Thomas. No obstante, no es extraño ver al bonaerense apostar por el canterano escorado hacia la banda en partidos importantes. La ‘manita’ al Sevilla en la Liga o el decisivo partido del Camp Nou este año son dos buenos ejemplos de ello. Tal es la confianza que tiene depositada Simeone en Saúl, que el ‘Cholo’ decidió darle el brazalete de capitán al ilicitano en el encuentro de Liga frente al Girona, justo cuando las ausencias de Gabi, Godín y Koke obligaban a improvisar. Galones añadidos para un jugador al que la responsabilidad y la jerarquía no le pesan para nada.
Buena nota de ello ha tomado Julen Lopetegui, admirador del fútbol de Saúl y que ha seguido al menor de los Ñíguez muy de cerca. Desde su llegada al banquillo de ‘La Roja’, el ex entrenador de la sub 21 y del FC Porto ha contado siempre con el futbolista del Atlético en sus planes. De hecho, Saúl debutó con la absoluta el 1 de septiembre de 2016 en Bélgica, precisamente con Lopetegui en el banquillo. Su espectacular actuación en el Europeo sub 21 del año pasado ha terminado por convencer a Julen de que Saúl está hecho para jugar con los más grandes. Pese a su temprana edad, al ‘8’ del Atlético le sobra experiencia. De ahí que Saúl se esté ganando un hueco cada vez más importante en el codiciadísimo centro del campo de España.
Con la baja de Busquets en esta convocatoria, Lopetegui ha decidido dar galones a los centrocampistas del Atlético. Si en la primera parte Koke fue el encargado de dirigir las operaciones en la sala de máquinas de ‘La Roja’, en la segunda mitad fue Saúl el que tenía la misión de sostener la medular española en el pivote. A ellos se les añadió al final Rodrigo Hernández, quien probablemente compartirá vestuario con ambos la próxima temporada. Sin embargo, aunque la presencia de Saúl parece casi segura en la Copa del Mundo de Rusia, su lugar en el once titular resulta casi una utopía. Salvo alguna ausencia destacada como la de Sergio, parece difícil que Julen renuncie a su once tipo. En él sí parece estar Koke, que goza de la confianza del seleccionador pese a unas últimas actuaciones muy cuestionadas.
Pese a ello, Saúl ocupa un lugar habitual en la rotación de Lopetegui, por lo que no sería sorprendente que el canterano rojiblanco desempeñara un papel muy importante en el Mundial. Y es que ya se sabe que, como dice el título de la serie de Vince Gilligan y Peter Gould, en las citas claves, Better Call Saul. Cuenten con el ilicitano. Mientras tanto, sigan disfrutándolo en el Metropolitano coreando su nombre al ritmo de la canción de Karina. Porque aunque cualquier tiempo pasado nos parece mejor, Saúl representa el presente y futuro más brillante del Atlético de Madrid… y de España.
