Aún quedan 57 puntos en juego, toda una segunda vuelta, y ya hay quien le da al Barcelona la Liga por ganada. Yo no. Estamos a nueve puntos y creo que con Costa y Vitolo el equipo ha mejorado tanto como con la marcha de Vietto y -espero- de Gaitán. Son 19 partidos los que quedan hasta mayo. La Liga no será fácil, pero sí posible. Y el Cholo, aunque no lo diga, piensa lo mismo que la mayoría de los atléticos: partido a partido, pero ahí estamos. Segundos. Y van seis años seguidos en los que no nos apeamos del tercer puesto. Que sí, que muchos puntos nos los llevamos haciendo alarde del unocerismo y elevando a categoría máxima la defensa de la mínima ventaja. Pero este vivir al borde del ataque de nervios es también fútbol. Y Atleti. Que nosotros sabemos mucho de sacrificio, esfuerzo, de tener que currar el doble para conseguir la mitad. Y como muestra, ahí están los penaltis que nos han pitado a favor en toda la primera vuelta: Ninguno, cero, niente. Los mismos que expulsados en los equipos rivales en los primeros 19 encuentros de la mejor Liga del mundo (Tebas, nos tienes hasta los huevos). Y eso que el Atleti es uno de los que más faltas recibe. Pues eso, que estamos haciendo una temporada muy 2014. Y en aquella logramos la décima Liga.
En Copa nos ha sonreído el sorteo teledirigido y vergonzoso de la RFEF enfrentándonos a dos clubes que fueron grandes pero que militan en el bronce de la Segunda B. En dieciseisavos eliminamos al Elche aunque allí no pasamos del empate. En octavos el Lleida ofreció resistencia en las primeras partes, pero con Costa y Vitolo les metimos allí cuatro y aquí tres. Ahora empieza la competición de verdad. Cinco partidos por delante (si todo va según lo que yo vaticino) que nos pueden dar el mismo título que levantamos -por décima vez también- en 2013, en el Bernabéu, con goles de Costa y de Miranda en un cabezazo tan inolvidable en el descuento como el de Godín en el Nou Camp que nos dio la Liga el año siguiente. Este miércoles nos enfrentamos en cuartos al Sevilla. Hay que evitar que marquen en el Metropolitano. Y si nos adelantamos nosotros, mejor que mejor. Pero lo importante es que no marquen. Y luego, ya se verá. Cinco partidos para ganar uno de los títulos que más me gustan (a pesar de que los que mandan parecen estar muy interesados en acabar con él convirtiéndolo en un auténtico despropósito para que lleguen a la final las dos multinacionales del fútbol mundial que juegan en nuestro país). Ojalá se enfrenten en semifinales. En caso contrario, tendremos que eliminar a uno en semis y ganar a otro en la final.
La Europalí es una mierda, pero es nuestra mierda. Ganamos la primera edición, la de 2010 y repetimos en 2012. Con ella volvimos a la senda de los triunfos europeos. Y a viajar por Hamburgo y Bucarest. Fue la puerta para ganar dos supercopas de Europa en Mónaco y, aunque ahora hay equipos más fuertes que en las dos ediciones anteriores, la competición sólo es interesante económica y deportivamente si se gana. Esto no es como la Champions donde cada partido es un auténtico espectáculo televisivo y financiero. Aquí hay más fútbol y menos márketing. Por de pronto jugamos la primera eliminatoria contra el campeón de Dinamarca, un país con tradición futbolera y un equipo, el Copenhague, que ha participado en la máxima competición continental y que tiene una plantilla plagada de internacionales. Nada de confiarse. Será duro y poco vistoso. Pero mucho más agradable que echar cuentas en la Liga de los puntos que nos separaban del descenso, o que jugar la clasificación para la Intertoto con el fin de meterse en la antigua UEFA en una repesca infame y veraniega contra equipos absolutamente desconocidos. A mí, qué queréis que os diga, me pone ganar la tercera Europalí en 2018, como en 2010, como en 2012. Y en Lyon, que es un buen momento para cerrar alguna que otra herida. Y ojo, con Costa y con Vitolo.
Y lo escribo en enero. 2018 ES EL AÑO DEL TRIPLETE (partido a partido, sí. Respetando al rival, también. Pero soñando muy fuerte mientras otros sólo duermen, se quejan o sufren de pesadillas). Lo digo antes de que empiece la segunda vuelta de la Liga, con 42 puntos y a nueve del líder. Antes de jugar la ida de octavos contra el Sevilla en la Copa. Antes de que empiecen a despreciar a nuestros rivales en la competición europea en la que aún estamos vivos y en la que los próximos eliminados de la Champions no podrán entrar.
2018 será el año del triplete. Avisados estáis. Porque es tiempo de soñar en rojo y blanco. 2018. Triplete.
P.D. Si no lo ganamos, nadie nos podrá quitar el buen rato que hemos pasado soñándolo. Que nosotros somos de vivir a tope lo que toca. En las buenas y en las malas. En Primera, en Europalí o en el Carranza. TRI-PLE-TE. No vengáis luego con que no os lo dije: TRI-PLE-TE.
16 enero, 2018
No quiero ser aguafiestas. Me encanta el cambio de mentalidad que el cholismo ha traído a este equipo («si se cree se puede»), pero también hay que ir «partido a partido». En apenas dos partidos con Costa hemos visto más temor en las defensas contrarias que en todo lo que llevamos de temporada, y eso nos hace creer que con él todo es posible. En mi opinión es el mejor delantero del mundo (y no hay otro más querido por su afición en ningún equipo del mundo que Fernando Torres) pero debe prevalecer la prudencia para no presionar al equipo en demasía.