El Atlético de Madrid ha encontrado un importante e inesperado obstáculo en su inmaculado camino hacia la Liga. El coronavirus se ha cebado con el cuadro rojiblanco en una de las fases más importantes de la temporada. Desde el partido contra el Valencia, hasta seis futbolistas de la primera plantilla han dado positivo en las pruebas PCR realizadas a los jugadores y al cuerpo técnico. Mario Hermoso y Yannick Carrasco fueron los primeros en caerse de los entrenamientos. Al español y al belga les siguieron João Félix y Moussa Dembélé. Finalmente, en la víspera del partido contra el Celta, Thomas Lemar y Héctor Herrera completaron la lista de afectados por el COVID-19. La posibilidad de que existiera un brote en el plantel obligó tanto a Simeone como al resto de futbolistas a cancelar su sesión prepartido y a preparar el encuentro por videollamada. Aun con toda esta serie de varapalos, el Atleti se quedó a tres minutos de igualar su mejor racha de victorias consecutivas en Liga.
Lo cierto es que la relación entre el Atlético de Madrid y el coronavirus lleva siendo tortuosa desde hace tiempo. Ya en agosto, junto antes de viajar a Lisboa para disputar la fase final de la Champions, el equipo vio interrumpida su preparación por el conocimiento de dos casos positivos en Ángel Correa y Šime Vrsaljko. El inicio de la siguiente campaña no hizo sino acrecentar el número de contagiados por el virus. Poco a poco, la lista se fue haciendo interminable. Costa, Arias, Simeone, Giménez, Suárez, Torreira y Grbić ya estuvieron apartados del equipo antes de conocerse los seis positivos de estas últimas dos semanas. Incluso Kondogbia pasó la enfermedad en Valencia antes de recalar en el Metropolitano.
A día de hoy, encontrar un miembro del primer equipo que no se haya visto contagiado resulta una tarea ampliamente compleja. Apenas ocho futbolistas se han librado del coronavirus desde que estalló la pandemia. Esta coyuntura no ha sentado bien en el seno del club, que se preguntan qué ha podido fallar. Bien sea una mala aplicación de los protocolos sanitarios, bien sea el incumplimiento de las medidas restrictivas por parte de los futbolistas, la realidad es que solo hay un equipo en Primera División que se ha visto más golpeado por el COVID-19. Ese es, precisamente, el Granada. El rival del Atleti este sábado es el único conjunto que ha registrado un brote de coronavirus en la máxima categoría del fútbol español. Fue en la primera semana de noviembre, cuando el cuadro nazarí notificó hasta diez casos positivos en el lapso de siete días. Ello llevó a los andaluces a solicitar la suspensión de su partido contra la Real Sociedad en Anoeta. La Liga denegó esta petición y los hombres de Diego Martínez acudieron a San Sebastián con solo siete miembros de la primera plantilla.
Pero los problemas del Atleti con el coronavirus no quedan ahí. La complicada situación sanitaria que se vive en España y en Reino Unido ha repercutido notablemente en la entidad madrileña. Este miércoles, el club anunciaba en sus redes sociales que la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones contra el Chelsea se disputará en sede neutral; concretamente, en el Nacional Arena de Bucarest. La virulencia de la cepa británica provocó que el Gobierno español cerrase fronteras con Reino Unido en diciembre para evitar la propagación de esta nueva variante del COVID-19. Esto significa que ningún vuelo procedente de las islas británicas puede aterrizar en España. De este modo, la UEFA obligó al Atlético de Madrid a buscar una sede alternativa al Metropolitano que pudiera albergar el primer encuentro de la eliminatoria. Así pues, el conjunto colchonero tendrá que hacer frente a una rocambolesca situación. No jugará la ida en su casa, pero sí la vuelta en el feudo rival. Este hecho surrealista se suma a la serie de capítulos que conforma la dramática historia del Atlético de Madrid con el coronavirus. Por desgracia, continuará.
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