Es casi obligatorio conocer la dimensión de Miguel San Román, un tipo que, habiendo jugado tan poco en el Atleti, es considerado por todos como una leyenda, ¿qué clase de carisma ha de tener una persona para convertirse en un símbolo desde esa posición oscura que es la de un portero suplente? La de San Román no es una historia de resiliencia, como pudiera parecer desde la teoría, es más una historia de genialidad, de puro arte castizo, la historia de un hombre que reinaba en el barrio cuando el fútbol todavía pertenecía a las calles, la fascinante historia de un jugador que no necesitó minutos para alcanzar y compartir la gloria que en cierta forma siempre había soñado.
“Blanco ni el orujo, las cuatro vidas de San Román” es una maravillosa biografía escrita por Petón sobre el “Pechuga”, Historia legítima del Atlético de Madrid. Un libro fabuloso que relata las andanzas de San Román no sólo en su paso por el club colchonero, que vendría a representarse en su primera vida, sino también en las tres restantes, que terminan conformando el retrato de una época, Madrid a través de sus décadas. Empresario de boxeo, gerente del tablao más famoso de Madrid, hombre de la noche, a veces da la sensación de que las vidas de San Román no cabían en un libro, que Petón tuvo que hacer un preciso trabajo de selección de las mejores anécdotas que conformaban la vida del portero zamorano del Atleti. El libro es apasionante, porque además está escrito en un tono cercano, a modo de un diálogo simulado que a veces es soliloquio, que a veces son las voces de otros tratando de abarcar lo inabarcable. Uno puede imaginarse a San Román en aquel banquillo eterno, o acodado al fondo de la barra del Trihers, o metiendo billetes en la bolsa después de aquella famosa velada.
San Román y el Atleti, el Atleti y San Román, sus idiosincrasias tal vez no puedan entenderse la una sin la otra. Lean el libro de Petón, será un placer, una manera preciosa de conocer a un personaje único cuya historia merece ser conocida y honrada. Una leyenda atípica a la imagen y semejanza de un club atípico, que ha construido su historia de diferencia y grandeza con base en hombres como él, renglones torcidos que terminan componiendo la mejor de las obras. Miguel San Román que no quería blanco ni el orujo.
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