No recuerdo cual fue el primer partido que vi en el Vicente Calderón, era demasiado pequeño, pero sí recuerdo la ilusión con la que iba en el 17, la emoción al salir del vomitorio y ver el césped (estos días un vídeo viral de una niña en su primera visita nos ha hecho a todos retroceder a nuestra infancia y vernos identificados) y lo que impresionaba el ambiente del estadio.
Recuerdo al cobrador venir a casa a que le pagásemos la cuota y cómo con el paso de los años las emociones iban en aumento. Aquel partido contra la Politécnica de Timisora con un ambiente infernal me consolidó la fé atlética y mis ganas de vivir los partidos con los chavales del Fondo Sur. El partido contra el Brujas, el del Parma, la rodilla de Abel contra el Barça, las bomber por el lado naranja, las avalanchas y ese 25 de mayo contra el Albacete. La primera Liga para una amplia generación de atléticos que creímos sin haber visto, un orgasmo absoluto.
La primera temporada viendo Champions, ese 4-0 al Steaua y la noche del Ajax, dramática en el césped pero brutal en la animación, 120 minutos dejándonos el alma en la grada. El partido de la Real Sociedad, las seminifales con la Lazio y a partir de ahí una larga travesía en el desierto solo rota por el día del Centenario, también ruinoso en el césped, pero maravilloso en la grada.
Los años con el manejo de Mendes y los fondos, la casi ruina económica de una gestión calamitosa, nunca mejor dicho, y Quique Sánchez Flores, el penalti de Zigic, la semifinal con el Liverpool y la de dos años después con el Valencia y el éxtasis de Radamel.
Y cómo no, el Cholo, la Liga del 14, los cuartos de Champions contra el Barça y las semifinales con Chelsea y Bayern. Las noches épicas, las gloriosas y no tanto, nuestra casa, el Calderón. Llegamos a ti cuando apenas sabíamos dar unos pasos siendo unos niños y ahora ya llevamos a los nuestros. De padres a hijos. El domingo nos despedimos de ti, los recuerdos serán infinitos y las lagrimas poblaran nuestros ojos como en tantas victorias y en algunas derrotas, porque siempre serás nuestro rincón preferido de Madrid, ese en el que hemos sido muy muy felices.
Hasta siempre viejo amigo.
Foto: @VaneNadaMas
17 mayo, 2017
Al igual que tú, yo venía de la City (barrio Ciudad de los Ángeles), cogiendo el 18 y me baja en Pirámides, muchas veces incluso antes, en el Paseo de La Arganzuela por el atascazo que se generaba los días de partido, el autobús quedaba casi vacío y ya ibas divisando el Calderilla con las elásticas y las bufandas al cuello y a la muñeca. Mi primera vez, mi padre nos llevó a mí y a mis dos hermanos un partido contra el Betis en aquellos años 80, mi padre tenía un amigo que curraba en la puerta 22 y nos pasaba gratis, y de ahí accediamos al fondo sur pegados al frente sentados en los bancos de madera, (si os acordáis había una valla pequeña que separaba los asientos de hormigón de los de madera y que se podía pasar de un lado a otro) aquel partido ganamos creo recordar 2-0 y yo flipando en colores rojiblancos con mi bandera de tela con el escudo del Atléti en el centro que previamente mi viejo me había comprado en un puestecito de los aledaños.
Creo que aún guardo en algún sitio ese carnet de infantil que Jesús Gil puso gratis el primer el año de su mandato para los chavales menores de 12 años y ahí me colaba siempre que podía al fondo sur y también al igual que tú juntarme con los jóvenes del Frente y animar descontroladamente, casi siempre volvía afónico a casa. Partidos como tú bien dices, el Parma, con el tifo «Conquistemos Europa», contra el Trampa$ y el gol de Sabas, aquella avalancha inolvidable que tambaleó los cimientos del estadio, seguro que se movió algún centímetro después aquello. Del 0-3 al 4-3 contra el Barça, el doblete y un largo etc.
Este domingo vuelvo a verte, a olerte, a sentirte, y a despedirme de ti mi querido compañero de viaje.
18 mayo, 2017
Adiós querido estadio. No sé si nada volverá a ser como antes, pero donde quiera que esté el atlético, allí estaremos recordándote con nostaljia.