El Atleti se sobrepuso a la plaga de lesiones que asolan su línea defensiva, al cansancio acumulado de la Champions, al infortunio, a los errores inesperados, al colegiado siempre de lado, a un rival que apretó y que se hace inaccesible en su estadio y con todo eso, no le dio más que para salvar un punto en Montilivi.
Con la defensa titular lesionada al completo, Simeone hubo de improvisar con Saúl en el lateral izquierdo, una posición en la que el alicantino cumplió como si hubiera jugado ahí desde siempre; fue consistente en defensa y se sumó al ataque con asiduidad, sirvió de apoyo en el medio, por momentos se mostró omnipresente, dando muestras de que es uno de esos jugadores que tal vez luzcan demasiado cuando está cerca del gol, pero cuya labor tapada acumula muchísimo más valor. Saúl podría jugar hasta de portero si el equipo lo necesitara y a buen seguro lo haría bien.
Desde el inicio el Atleti salió a buscar el triunfo. Tuvo la pelota y jugó en campo rival durante los primeros cuarenta y cinco minutos. El Girona zafó como pudo, con dos líneas de cuatro perfectamente ubicadas, desdeñó el balón, como era preceptivo, y el Atleti, que se siente tan incómodo con él trató de darle un uso. Rodri y Thomas en el medio se ofrecían, se intercambiaban, trataban de llevar la pelota a los costados, buscando una costura que poder descoser. Lemar y Koke pegados a la banda, y Griezmann por ahí, melancólico, tal vez pensando aún en el balón de oro. Costa a lo suyo, chocando una y otra vez contra el muro rojiblanco. Así pasó el tiempo, con el esfuerzo sobre esfuerzo del Girona tapando toda grieta que pudiese servir a los de Simeone para encontrar el gol. Defensa eficiente sobre ataque infructuoso que derivó, con el tiempo ya cumplido, en un contragolpe fulgurante tras pérdida de Rodri y penalti cometido por Oblak sobre la línea del área que el VAR, cómo no, vio claro que era dentro. Stuani no falló y el Atleti se fue al descanso, ver para creer, perdiendo el partido. Para los adalides de la posesión, dos tazas.
En la segunda mitad los rojiblancos lo intentaron poniendo el corazón sobre el verde. Simeone metió rápido a Correa, que ofreció su vértigo y movilidad para tratar de zarandear la férrea defensa rival. Entró también Gelson, que estuvo bien, abriendo el campo, penetrando en varias ocasiones, especialmente una de ellas en la que mandó fuera un tiro cruzado que lo había dejado solo, aunque escorado, de cara al gol. Se lesionó Bono y entró Iraizoz en el Girona, un viejo rockero que se estrenó con un paradón a bocajarro sobre la línea de Saúl que sí, también estuvo cerca del gol.
En el ochenta y dos, un pase de Correa y un espectacular control de Costa propiciaron el autogol de Ramalho. Quedaban ocho minutos de partido más el alargue, pero el Atleti no consiguió acercarse más allá de imprecisos disparos de Lemar y Griezmann, que tuvieron una noche para olvidar. Un punto que nunca parece suficiente, pero que puede ser bueno tal y como está la Liga ahora.