Volvía el Atleti a la liga jugando de visitante tras un parón de selecciones, con todas las consideraciones que tiene eso para los equipos que durante quince días desparraman sus plantillas por el mundo con viajes infinitos. Una plaza en la que el año pasado empezó a perder su carrera por el título, contra un equipo, el Málaga, siempre difícil en su estadio, y que venía agarrado a la ilusión del nuevo técnico. La practicidad le trajo el resultado.
Simeone dio entrada en el once a Torres ante la baja de Gameiro, sustituyó la sanción de Carrasco con Thomas y dio descanso a Godín dando entrada a Lucas en el once. El Málaga salió impetuoso alentado por su gente y el Atlético se dedicó a contenter. Con una línea de atrás muy sólida, el trivote de canteranos que pueblan la media: Gabi, Saúl y Koke, se empleaban en tareas de recuperación. Cuando el Atlético tenía el balón, le quemaba, no sabía qué hacer con él. En la primera jugada combinativa que dejó una posesión larga en pies del Atlético dejó patente que no tenía fluidez ni verticalidad, todo fue una sucesión de pases horizontales sin movilidad ni profundidad, que terminó con una imprecisión de Gabi que costó una tarjeta a Lucas que condicionó en parte su partido.
El partido transcurría entre los arreones del Málaga que el Atlético detenía con solvencia hasta que en el veintiséis Torres recogió un balón de espaldas en la frontal, se giró y pasó entre dos defensas que lo derribaron y mientras todos contenían el aliento y miraban al colegiado para ver si señalaba la pena máxima, Koke siguió la jugada y recogió el balón perdido para batir a Kameni, abrir el marcador, y, en cierta forma, cerrar el partido.
Desde el gol, el partido, pasó de la categoría de aburrido a soporífero, porque si el Atleti había empleado sus esfuerzos en contener la voluntad del equipo local, desde el gol, la intensidad el Málaga menguó, como si aquel tanto de Koke supusiera la imposibilidad de su propósito. Siguieron los de Míchel intentándolo, con una intensidad menguante, y el Atlético se dedicó a dejar pasar el tiempo. Simeone metió a Correa tratando de sentenciar en alguna contra pero fue Filipe, en otra jugada de Torres dentro del área, el que batió al portero del Málaga con una picadita propia de un jugador de su clase.
En lo que restaba, Simeone dio entrada a Godín y a Giménez y acabó por primera vez con sus cuatro centrales sobre el césped, terminando de enfriar un partido que estaba muerto desde hacía mucho tiempo. Tres puntos vitales para la carrera por la tercera plaza.
Fotos: clubatleticodemadrid.com