Nadie dijo que sería fácil aunque algunos, de forma interesada, dejasen caer esa idea y otros, de forma tal vez inconsciente, la compraran. El partido fue un calco exacto de lo que todos, Simeone el primero, esperaban. Un rival duro, rocoso, pertrechado atrás, empleando todo su esfuerzo en defenderse esperando la desesperación de su rival, aguardando a que la impaciencia abriese la rendija del error y entonces, aprovechar. No hubo fisura, hubo un Atlético igualmente sólido que dominó el partido en su totalidad y que consiguió un resultado ajustado que llevará la decisión de la eliminatoria hasta Leicester.
La interminable lista de bajas ha conseguido una cosa atípica en estos tiempos, la alineación de Simeone empieza a repetirse de corrido, como en los viejos tiempos. Los cuatro de atrás, el medio para Gabi, Saúl y Koke y Griezmann, Torres y Carrasco arriba. Salió el Atlético sin dudas a por el partido y en los primeros veinte minutos encerró al campeón inglés en su terreno. Los locales atacaron con diez hombres en campo contrario y fue un torrente de juego que moría en la última línea de los de Shakespeare, muy sólidos en la defensa de su arco. En el minuto 4 Koke estrelló un balón en el palo y el Calderón pareció venirse abajo, desde ahí llegó Carrasco rematando mal un balón llovido al segundo palo, Griezmann en el interior, un centro pasado de Juanfran, Saúl intentándolo de nuevo desde la frontal. El Atlético tenía bien aprendida la lección, bascular juego, movilidad en la zona atacante y siempre siempre finalizar jugada para abortar contraataques. En ese empeño Griezmann tuvo un inicio primoroso, jugando a un toque, bajando a construir en la medular, desbordando en el extremo, en la media punta, cada balón que pasaba por el francés mejoraba la jugada y subía el tono de peligro de la acción. El gol se respiraba en el ambiente.
En el minuto veintiuno el Leicester consiguió respirar por primera vez con el balón y enlazó una jugada con más de tres toques seguidos. Parecía haber pasado lo peor para la escuadra de Vardy, que pasó una noche tirando desmarques en solitario, pero en ese momento el Atleti castigó al Leicester con la que parecía ser su única arma: el contraataque. A tres toques, Griezmann, en una carrera descomunal, se plantó en el área rival y fue derribado por Albrighton, que dejó la duda de si el penalti pudo haber sido sacado fuera. El pequeño príncipe agarró el balón con decisión y esta vez sí, convirtió para desatar el amor que el Calderón le profesa. Con más de sesenta minutos por delante el Atleti empezaba a encarrilar la eliminatoria.
El Leicester no se dejó intimidar por el gol y no varió su plan un ápice. En la segunda mitad los de Simeone empezaron a recordar lo importante que es salir de visitante con la portería a cero y, ya con la victoria en el bolsillo, ejercieron más control sobre el juego en detrimento de la verticalidad. Los ingleses se defendieron con la misma sobriedad del principio y los colchoneros fueron perdiendo velocidad y profundidad para buscar el gol. Simeone metió a Correa y Thomas y el argentino con su chispa protagonizó un par de internadas en el área que finalizaron en nada. No llegó ese otro gol que encarrilase definitivamente la eliminatoria y al final, los dos equipos se fueron a la caseta con la sensación de haber cumplido con su trabajo. Como anticipó el Cholo en la ida, el King Power Stadium decidirá quién alcanza la semifinal.