Lo del partido en Dortmund nos cogió a todos por sorpresa, como cuando ves al empollón de clase palmar un examen. El Atlético salió escaldado de Alemania y ahora la lluvia de críticas se posa sobre el paraguas del Cholo. Sin embargo, los rojiblancos no jugaron tan mal, de hecho no merecieron ser goleados, y lo que les faltó, entre muchas cosas, fue meter la pelotita.
La sequía goleadora de Diego Costa nos está debilitando, nos falta su garra, su lucha, su intimidación y, sobre todo, sus goles. La pantera está mansa y, desde el brutal recital de la Supercopa de Europa, el delantero sólo ha anotado un tanto y ha dado dos asistencias. La versión más rockera del futbolista no ha aparecido esta temporada, dejando el ‘Highway to hell’ del Metropolitano como lo más cañero en los días de partido.
En una época en la que muchos seguidores están preocupados por lo fea que es la tercera equipación, nadie se percata de que su mejor delantero está pidiendo ayuda a gritos. Necesita sentirse importante, que el estadio le lleve en volandas, calentar a los rivales con el respaldo de los suyos y, lo más importante, recuperar esa confianza que le haga hacer florituras como la que le hizo a Ramos en Tallín. Luego, los goles vendrán, uno tras otro.
El ‘efecto Costa’ es tan imprescindible en este Atlético de Madrid como las paradas de Oblak, la seguridad de Giménez o la exquisitez de Antoine. Si uno de ellos no está, el equipo tiene que maquillar esa carencia con otro jugador. Pero no es lo mismo. Nuestro tío más macarra está triste sobre el campo y necesita un partido para desquitarse de todos los males, golear a un rival y decirle a toda Europa que la bestia ha despertado.
El equipo está en un momento futbolístico muy bueno, sólo hay que mirar la clasificación de liga y Champions. Sin embargo, la sensación es que se puede dar mucho más y que las aspiraciones de este equipo no tienen techo si el ‘19’ rojiblanco marca los goles que siempre ha realizado. Hay confianza ciega en Costa y Simeone tiene la tranquilidad de que cualquier día esto explotará, convirtiéndose en ese animal que sólo quiere devorar a su presa. No se preocupen, que pronto Diego empezará a meter la pelotita.
Foto: Rubén de la Fuente
