Tiempo. Es curioso como todo en la vida lo medimos en función del factor económico y nos olvidamos de lo verdaderamente preciado: el tiempo. Vivimos en una sociedad que no sabe esperar la llegada de un paquete y se frustra si Amazon tarda más de dos días en llamar a la puerta. Que necesita ponerle nombre de inmediato a esa relación que mantiene con la chica que está conociendo o que exige resultados al instante a un proyecto deportivo. Inmediatez, que es lo que vale.
La semana pasada, en un programa de fútbol de verdad que solo se emite en YouTube, se hizo un especial sobre la figura de Diego Pablo Simeone en el Atlético de Madrid. Con argumentos sólidos, objetivos y certeros, se dio cuenta de la magnitud que ha tenido el argentino en la historia del Club. Lejos de la opinión barata, cuñada e inmediata de muchos, Miguel Quintana y sus colaboradores pusieron en contexto la situación actual del club y la compararon con el historial anterior. No hay color. La peor temporada de Simeone al frente del equipo, como catalogaron muchos a la pasada campaña, la hubiésemos deseado en múltiples etapas de la historia moderna del Club Atlético de Madrid.
Los defensores de la inmediatez y la guillotina de entrenadores, que tanto ruido hicieron en julio pidiendo la dimisión del técnico, ahora defienden que el modelo actual es algo que ellos ya veían venir. Acercar a Marcos Llorente al área, jugar con tres centrales, o situar a Carrasco como carrilero, son movimientos que muchos ya tenían en sus mentes el verano pasado. Que la Liga ya está ganada y que Cholo es el guía espiritual que toda comunidad debe tener.
En estos tiempos en los que, al calor de las victorias y brillo de los títulos, es tan fácil hacerse del Atleti, se ha hecho de vital importancia ser del Atleti. Transmitir los valores propios de lo que un día fue Club y hoy, SAD mediante, siguen traspasando de generación en generación. Que no hay título que más brille que la mirada orgullosa de uno de los tuyos tras haber llegado a la meta juntos.
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