Cuando uno es un niño y le gusta un equipo, está como loco por acudir a ver un partido al estadio. Lo ves por la televisión, pero piensas que debe ser muy bonito vivir un encuentro de tu equipo en el estadio.
Me aficioné al At.Madrid en la temporada 1980/1981. Apenas contaba con 7 años de edad. Mis primeras imágenes televisivas son un gol de falta directa de Marcos Alonso ante el Barcelona en el Estadio Vicente Calderón. Aquel día éramos líderes de una Liga que perdimos, entre otras cosas, por lamentables arbitrajes como el de infausto recuerdo de Alvarez Margüenda ante el Zaragoza.
Mi padre es aficionado del Barcelona. Y entonces llegó mi oportunidad de acudir al Estadio Vicente Calderón. En los octavos de final de la Copa del Rey de la campaña 81/82, el Barcelona visitó al At.Madrid en el encuentro de ida. Recuerdo que era una noche miércoles, un 20 de enero de 1982, y que nos sentamos casi detrás de los banquillos. Creo que un compañero de trabajo de mi padre le consiguió las entradas a través de una peña. El Atleti ganó por 1-0 con gol de Rubio, extremo zurdo rojiblanco, de cabeza tras un saque de esquina en la portería del fondo sur.
Después de este partido, asistimos a alguno más del primer equipo y varios del At.Madrileño (todo un hito los domingos a las 12.00 horas en el Calderón). Pero el siguiente gran acontecimiento tuvo lugar cuando acudí por primera vez con mi hermano, también hincha rojiblanco, al Vicente Calderón.
Mi padre sacó tres entradas del primer anfiteatro del fondo sur. Mi hermano tenía sólo 7 años. Aquello ocurrió el 13 de octubre de 1985. En la 7ª jornada liguera, el At.Madrid batió por 3-1 al Celta. Los vigueses se fueron ganando al descanso con tanto de Baltazar, pero en la segunda mitad el conjunto madrileño remontó gracias a los tantos de «Polilla» Da Silva (2) y Cabrera. Aquel Atleti estaba entrenado por Don Luis Aragonés.
Desde entonces, los tres acudimos a algunos encuentros más en el Calderón hasta que en la temporada 1987/1988, mi hermano y yo nos hicimos socios del At.Madrid. En la campaña 1992/1993, nos dimos de baja pues Jesús Gil subió los abonos el doble y ello suponía pagar más de 120.000 pesetas de la época. Una salvajada para una modesta economía familiar.
Al año siguiente, Gil bajó de forma considerable los abonos y volvimos a recuperar nuestro carné de abonado, aunque perdimos la antigüedad. Y finalmente en enero de 2011 decidí no volver más al Vicente Calderón ni ser socio ni abonado. No volveré a ser socio ni abonado ni al campo mientras los Giles y los Cerezos sigan dirigiendo el club. Es una promesa firme y que mantengo totalmente.
Por último, puedo decir que he visto el fútbol en el Calderón desde la mayoría de las zonas del estadio. Además, he acudido con todo tipo de gente: padres, hermano, primos, novias, amigos, niños, profesores, etc. Es ameno recordar muchos partidos que he vivido allí con todo tipo de personas en varias etapas de mi vida.
Foto: atleticofans.wordpress.com
