Partido bravo y un punto que aclara (2-2)

Antes, cuando el Atlético se adelantaba en el marcador, el rival hundía los brazos. Sabía que ese gol valía por tres, que la remontada era una empresa inalcanzable. El Atlético manejaba el partido a su antojo y en el siguiente error del rival lo liquidaba sin piedad. Antes, cuando el Atlético se adelantaba, el partido estaba oficiosamente terminado, el tiempo restante era un trámite tácitamente acordado, pero eso era antes, no ahora, en este tiempo en el que el Atlético sigue inmerso en un viaje en busca de su propia identidad. A veces es el de antes, a veces el que quiere ser, a veces no se sabe muy bien lo que es.

Se adelantó en San Mamés en el minuto dos con un gol de Koke que casi fue de Griezmann pues la tocara o la dejara pasar, está en ese lance el mérito de que Iraizoz hiciese la estatua. Los de Simeone dominaron el juego con el marcador a favor y esperaban a un Athletic que sufría ese gol temprano. Parecía un partido como los de antes, uno de esos en los que el ambiente dictaba que tarde o temprano que el Atlético ajusticiaría en una contra antes de que el rival tuviese tiempo de reconstruirse. Pero no fue así. Los leones se fueron resarciendo poco a poco. No asediaron a Moyá, simplemente aglutinaron el balón, empujando sin mucha convicción. El Atleti defendía cómodo hasta que un error en la frontal del área, en la que ninguno de los centrales estuvo expedito, propició que Lekue tuviese tiempo para controlar, acomodarse el balón en un regate y fusilar en un golazo a Moyá, que perdía así su imbatibilidad en liga.

En la segunda mitad, el partido se volvió bravo. En un nuevo desajuste colchonero, con un Godín fuera de sitio, los bilbaínos se adelantaron con un cabezazo a placer de De Marcos. Entonces, Simeone metió todo lo que tenía en el banquillo. Entraron Gaitán, Torres y Correa por Gabi, un voluntarioso Carrasco y un apagadísimo Gameiro. El partido había intercambiado papeles, los visitantes dominaban el balón y trataban de llegar al marco de Iraizoz pero los pupilos de Valverde defendían cómodos, sin apreturas. El partido se volvió bronco, con muchas interrupciones, con una guerra en cada balón dividido y así iba consumiendo el tiempo hasta que Griezmann destocó su chistera y agarró un chut seco desde la frontal que fue a parar a la base del palo y dentro. Golazo en el ochenta, choque igualado de nuevo y un nuevo orden para los diez minutos que faltaban.

Fue un final de puro fútbol en los que el Atlético lo intentó con más ambición que acierto. Por la izquierda, con Gaitán tratando de tomar protagonismo en el juego de una forma irregular, también por la derecha con Correa descolgándose, pero sin llegar con claridad a los últimos metros. Con un Torres muy plano que no termina de subirse al carro de este año. Así llego el final que deja un punto para cada uno, un punto que tal vez pueda ser bueno para la lucha por la cuarta plaza y para aclarar definitivamente algo que, de una forma o de otra ya estaba bastante claro: el Atlético no está para la Liga.

 

 

Foto: clubatleticodemadrid.com

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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