Llegó el Mallorca y el Atleti venció y goleó, pero lo hizo con uno de esos partidos que se vuelven de ceño fruncido por la falta de acierto ante el marco contrario, el gran mal de este equipo durante toda la temporada. Morata marcó dos goles y acabó enfadado, Joao no marcó ninguno y se marchó muy disgustado por el cambio y Costa, la sombra de Costa no termina de encontrarse con el jugador que fue y que todos esperan. La sonrisa la puso el capitán, Koke, que volvió, de nuevo con frac y batuta, dirigió primorosamente la orquesta y rubricó su gran partido con el gol que cerraba el marcador.
Simeone volvió a rotar en la parte de arriba, dando forma al gran potencial que tiene si todos los jugadores consiguen estar en forma. Dispuso a Saúl y Koke en el medio centro, Llorente y Carrasco en los costados, dejando la punta de ataque para Joao y Morata. El la parte de atrás formó pareja Savic con Giménez, con los laterales para Trippier y el chaval Manu, que completó 60 minutos muy solventes. El Mallorca fue al principio un equipo bastante ordenado que empleó toda su energía en defenderse, de cuando en cuando descongestionaba la presión del Atlético con las conducciones del joven japonés Kubo, que con su calidad daba ciertos respiros y ponía en jaque el mecanismo defensivo de los locales. Pero las situaciones de gol empezaron a caer una tras otra. Con las dos bandas en estado imponente, Carrasco por la izquierda, la potencia de Llorente por el otro costado, el Atleti abría al campo e iba conduciendo el balón hacia la zona interior del área, donde una y otra vez Morata y Joao sucumbían a ese agujero negro que tiene este equipo a la hora de convertir el gol. Así hasta que en el minuto veinticinco Alberola Rojas señaló un clarísimo penalti cometido a Morata. El madrileño lanzó y erró, elevando al factor exponencial el gran problema que existe con el gol, pues ni siquiera el Atleti es capaz de transformar los penaltis. El VAR volvió a dar una segunda oportunidad, pues un defensor mallorquinista invadió el área antes de tiempo e impidió el remate postrero de Morata al rechace. En la segunda oportunidad, el nueve del Atleti la puso más arriba e hizo el primer gol, que apenas celebró, apesadumbrado por el error inicial.
Siguieron las ocasiones y la desesperante falta de gol, hasta que ya en el último segundo del último minuto del alargue, irrumpió Llorente como una exhalación en el interior del área y sirvió un pase atrás para que Morata empujase a la red el dos a cero. Llegó el descanso y el Atleti parecía tener el trabajo hecho.
En la segunda mitad el Mallorca salió a quemar su última bala y tuvo unos minutos buenos, donde se acercó a las zonas de peligro. Simeone empezó a instrumentar cambios, esta vez sí utilizó los cinco. A los diez minutos salieron Morata y Joao, que lo hizo con ínfulas y enfado, no sabemos si por el cambio o consigo mismo por su desastrosa actuación. Vitolo y Correa apenas aportaron nada nuevo al partido, alguna conducción del argentino, alguna internada en el área. El canario no compareció. Entró justo después Costa, una sombra errante, y para finalizar Thomas, que dio empaque al centro del campo. El partido fue abriéndose y justo tras la pausa de hidratación Koke enganchó a bote pronto un rechace en la frontal para hacer el tercero, con la colaboración de Sastre, defensa del Mallorca, que desvió la trayectoria del disparo lo suficiente para hacer inane la estirada de Reina.
Al final, tres goles y tres puntos que acercan mucho el objetivo a falta de cuatro jornadas para acabar esta Liga atípica y el Atleti convirtiéndose en un equipo cada vez más sólido, que concede poco, que genera mucho, pero que tiene una importante cruz de la que no consigue librarse, el gol le resulta un esfuerzo titánico, le falta el olfato, la mordiente, el instinto matador.
Fotos: atleticodemadrid.com
