La vergüenza y la pena

Existe una delgada línea que lleva desde la vergüenza a la pena y en Mallorca, el Atlético de Madrid de Simeone transitó permanentemente sobre esa triste frontera. En los primeros quince minutos, los jugadores salieron con la desgana habitual, disfrazada de una falsa tranquilidad, y ocurrió lo que viene sucediendo siempre en estos tiempos convulsos: en el primer desajuste, en la primera llegada, el Mallorca hizo el gol. Remató a placer Muriqi, que acabó la noche convertido en estrella mundial, mientras un ramillete de defensas rojiblancos, ayer de ese naranja encarnado, se apelotonaban unos contra otros como pollos sin cabeza dentro del área.

Tras el gol hubo un atisbo de reacción, y de hecho lo empató Morata con un golazo en una carrera al espacio, pero fue anulado por el VAR por tener el brazo en fuera de juego. Y ahí, disipado ese amago de rabia, de rebeldía, pasados esos minutos tras la anulación, todos supimos que aquel partido sería otro suplicio más.

En el minuto treinta Simeone sacó a Molina del partido; se había ganado una pronta amarilla y el Mallorca persistía con Lee Kang-in por su banda permanentemente. Lo de siempre, Llorente al lateral y Correa arriba. Nada. En la segunda mitad entró Lemar por Carrasco en el 58. Nada. Al borde del setenta, regresó Koke y por fin debutó Reguilón. Nada de nada. El equipo que había dado vergüenza por su falta de intensidad, de rabia, de querer demostrar, empezó a dar pena, porque se observaba el bloqueo mental de todos sus componentes. El rival lo percibe y se acrecienta ante eso y el Atleti se hunde más y más en su inacción, buscando un agujero para escapar del mundo. No hay duelos ganados, no hay segundas jugadas, no hay intensidad en la recuperación, no hay ayudas, ni solidaridad, no hay nada de aquello de lo que tanto hubo. Solo un puñado de jugadores que, gracias a su gran calidad, al final terminan generando alguna ocasión, por lo general muy claras, pero que no tienen la convicción, la contundencia, la suerte, para ejecutarlas. A bocajarro las falló Morata, ni en tres partidos hubiera terminado haciendo un gol.

Cabeza baja, otro golpe al costado y una única sensación mayoritaria: que esto termine ya, que venga el Mundial, que haya una ventana para respirar y recuperar la psicología de unos jugadores y de un grupo que tal vez nunca estuvo tan baja como ahora. Todavía queda algo el sábado y puede ser la puntilla a todo, ahora mismo no es más que un peligro terrible: Almazán.

Foto: getty images

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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4 Comentarios

  1. El olor a podrido nos dice que en realidad está muerto.

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  2. Queda aún mucha liga, pero esto me huele mal. Creo que la última vezz que el atlético descendió a segunda, fue acompañado por el Sevilla. Ahora los inicios se parecen mucho a aquella temporada, pero bueno, aún queda mucho. En cuanto a la copa, esperemos que el sábado, se elimine al rival, de lo contrario, no sabemos que podría pasar.

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  3. «Miles de buitres callados van extendiendo sus alas» decía Aute en una canción memorable.

    Parece que la Caverna y sus consumidores se están cargando de razón, ahora, tras once años de matraca diaria. Pero hoy ya no les vale usar el «si ya lo decía yo…» y por eso recurren a la falsa compasión. Ahora Simeone ya no es el foco de las críticas porque auguran su final en el Atleti, si persisten los resultados negativos.
    Cabría esperar un análisis técnico profundo dentro de la SAD, de las causas y del por qué de esta situación y ser capaces de revertirla.
    Pero si los jugadores han dictado sentencia contra Simeone, no hay nada que hacer salvo esperar el siguiente batacazo gordo, y en el horizonte está el Almazán.

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  4. Aquí no pasa nada. El profe Ortega con el consentimiento de los dueños y el Cholo, se marcha al mundial con su selección, y que el equipo trabaje como sea. Es vergonzoso que tal y como está la situación, se deje ir al preparador físico como si aquí, no hiciese falta. La culpa, claro, es de los dueños y del jefe del equipo tícnico, que es el Cholo. Al final,como siempre el atlético esw lo de menos; hay que tener contentos a los empleados, como si el club les debiese algo.

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