Europa es cosa seria (0-1)

Europa es cosa seria. Era algo sabido y que se puso de manifiesto nada más empezar a correr el balón en el Philips Stadion de Eindhoven. El PSV, un rival que a ratos parecía muy inferior al Atlético, suplía las carencias a base de orden, ímpetu y superación colectiva. Como sucediera en la eliminatoria del año anterior, los de Cocú no dieron ni una sola facilidad y llevaron sus opciones hasta el último minuto. El Atleti logró tres puntos vitales que trabajó como nunca y que sudó hasta la extenuación.

La primera parte condensó tantas cosas que será difícil no olvidar alguna. El Atleti empezó mandón, controlando el tempo del partido y sujetando a un rival que renacía del dominio a base de arreones desesperados. Cuando parecía que el Atlético, con el control del balón, se haría amo del encuentro, los locales apretaban como si huyesen de un viejo enemigo. Simplificaban el fútbol a conceptos básicos: presión asfixiante para el robo y transiciones largas. Arriba, el poderío de De Jong y la velocidad de Narsingh. Nada más comenzar, el colegiado inglés Atkinson anuló un gol al PSV que pareció legal e inauguró así un partido que resultaría calamitoso para él.

Simeone había introducido a Gaitán en el once y a Koke en el medio. Poco a poco el Cholo lo va atrayendo a los dominios de Gabi, sabedor de que tendrá que heredar esa parte de la cancha, tan trascendental para todos. El vallecano estuvo inmenso, asociándose con la dupla de atacantes franceses, a los que les falta cierta sincronía, pero que apunta que acabarán entendiéndose. Gameiro exprimió los pocos espacios que ofrecía el partido, tuvo sus opciones para marcar, pero el gol murió ahogado en la angustia que empieza a atenazarlo.

El partido mostraba cada vez más similitudes con el de la temporada pasada. Orden, exigencia, algunas opciones, poco acierto y ausencia de gol. En esas apareció Saúl, un jugador inmenso que derrochó trabajo en todo momento y desempolvó el marcador con una extraordinaria volea de zurda ante la que nada pudo hacer Zoet al borde del descanso.

Parecía un gol psicológico por ser en el cuarenta y tres, pero todavía hubo tiempo para una nueva internada de Narsingh, al que Giménez empezaba a tomarle la medida, que acabó con el jugador del PSV en el suelo sin que el uruguayo le hubiese rozado siquiera. Ahí, Atkinson trató de compensar errores anteriores y se inventó un penalti ridículo cuando pasaban ya dos minutos del tiempo reglamentario. Oblak fue héroe demostrando que también sabe para penaltis y los equipos se fueron al descanso con sensaciones muy distintas.

En la segunda mitad, los de Simeone no concedieron ni un minuto para la relajación. Planteó un partido tan serio como exigía la situación y, aprovechando el cansancio del equipo holandés, que acabó exhausto, empezó a gustarse en el control del juego. Filipe, Koke, Saúl, Griezmann y el propio Gameiro empezaron a asociarse y el Atleti por momentos dejó de parecer el Atleti, mostrando a todos que es un equipo con registros muy distintos. Simeone fue introduciendo los cambios, primero Tiago por Gaitán, después Carrasco por Gameiro y finalmente Torres por Saúl, intentando cazar un contragolpe que finiquitara el partido. Pero en esta ocasión no resultaron y el Atlético no consiguió montar una sola contra con claridad. El PSV, exhausto, se aferró a los minutos finales para tratar de buscar el gol a la heroica, y pudo hacer el empate sobre la bocina en un remate de Pereiro que paró Oblak, el último hombre de un equipo que ya defendía con 10 por la lesión de Tiago.

Al final llegó el final y el conjunto colchonero consiguió tres puntos vitales para su devenir en este complicado grupo que le ha tocado en suerte. Lo hizo con la seriedad que lo ha traído hasta aquí, hasta ese lugar privilegiado en el que ya todos le consideran un grande en un continente que hace poco lo tenía completamente olvidado. Europa es cosa seria y el Atleti, más.

 

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Foto: Ángel Gutiérrez – clubatleticodemadrid.com

 

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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