Ser del Atlético de Madrid es algo distinto. Por mucho que esta frase haya perdido cada vez mas el sentido debido a la atracción despertada por el Club, que ya ha hecho de la élite su lugar en el mundo. El “no lo pueden entender” ya era utilizado por muchos bastante antes de convertirse en eslogan publicitario y, a mi juicio, perder parte de su carga sentimental en detrimento del marketing.
Hace unas semanas volví a coincidir con unos familiares a los que llevaba ya unos años sin ver. La última vez que estuve con ellos, el padre andaba aún intentando que su vástago entendiese lo que nadie puede entender. El hijo, mas pendiente de otros deportes, se consideraba del Atleti, pero no prestaba mucha atención a la actualidad de su equipo. Todo cambió en este último encuentro. Nos volvimos a saludar, y el padre orgulloso me comentó los progresos. Ya estaba al tanto de todo. Se sabía los nombres de cada integrante de la plantilla y pedía fervientemente acudir a algún partido al Metropolitano.
“Yo creo que es por el colegio. Es el único del Atleti en su clase, y cuando decía de qué equipo era el resto se reía. Desde que me lo contó no se pierde un partido.” Si alguno no lo puede entender lo siento por él, este chaval de diez años lo ha comprendido a la primera.
Le estuve dando vueltas a la frase durante semanas. Pensé en ese sentimiento de rebeldía, en el hecho de sentirse diferente en un mundo que compite por ver quien es más igual que el otro. Pensé en mi época de instituto. Me acordé del día posterior a Hamburgo. De las camisetas rojiblancas, muy pocas, que se dejaban ver por los pasillos del centro, a menudo dominados por blancas y blaugranas. En esa mirada cómplice con aquel chaval dos cursos mayor con el que no habías hablado nunca, pero que ese día te elegia de los primeros para su equipo en el recreo. En la cantidad de profesores que se sorprendían y daban la enhorabuena a “el del Atleti” cuando este llegaba al aula con su zamarra luciendo el escudo en el pecho.
La llegada de Simeone al Atlético de Madrid supuso abrir aún mas el circulo. Simeone transformó al Pupas amable en el tocapelotas de los poderosos y eso generó que las rayas rojiblancas se volviesen atractivas para muchos que durante años no se interesaron por ellas. Algo similar a que tu grupo de música favorito crezca y pase de las salas pequeñas a llenar el Wizink Center. Te alegras por el reconocimiento general obtenido, pero temes que esa gente que empieza a llegar no entienda o sienta de la misma forma que tú las canciones que te han acompañado a lo largo de tu vida.
Las palabras de Quique, en boca de su padre, sonaron a acordes en garito pequeño. Fueron como un camarero sirviendo dos jarras de cerveza sin que nadie las hubiese pedido, solo porque ha visto entrar por la puerta dos caras conocidas. Las palabras de Quique me recordaron que ninguna afición en España ha movilizado aún a los suyos para gritar canticos desde un parking a la fachada de un estadio de futbol. La frase de Quique tronó mis tímpanos con la misma intensidad que aquí se silba el himno de la competición que todos quieren ganar. La frase de Quique supuraba Atlético de Madrid. La frase de Quique, coño, el del Atleti.
Foto: Getty Images
18 mayo, 2023
Y decían mis vecinos que llevaba mal camino apartado del redil…