No estamos muy acostumbrados a la orilla del Manzanares a celebrar victorias con goles en el descuento, más bien al contrario y para una vez que nos toca, lo hemos tenido que celebrar por fascículos, porque muchos según nos levantamos del asiento fuimos recogiendo los brazos al ver como el linier levantaba el suyo.
Pero el árbitro tuvo personalidad y con todo el estadio ya de pie se pudo celebrar definitivamente que los tres puntos caían en la buchaca colchonera, en una noche de esas poco brillantes en la que solo Griezmann brilló como él sabe hacerlo. El Cholo se fue cabreado a casa y si él se va cabreado todos estamos cabreados. A pesar de la victoria, no le gustaron ciertas decisiones que tomó, pero lo que está claro es que los equipos bien cerrados y ordenados no se le dan bien a este Atleti: ni al de temporadas atrás, ni a está versión 2.0.
Ya avisé en mi análisis del equipo ruso, antes del partido de ida, que eran un bloque armado muy parecidos a lo que siempre ha sido el equipo del Cholo y el martes lo demostraron dando pocas concesiones. Más allá de los goles pocos tiros a puerta desde dentro del área hicieron los nuestros. Con enfado de Simeone y alegría interrumpida de la grada, el Atleti está un año más entre los 16 mejores de Europa. Con la estrategia de la cuerda, sobre la piedra, al final tiene que caer.
Foto: clubatleticodemadrid.com