La casa de los locos

Siempre es posible estar peor, lo advirtió el Cholo tras la debacle en Oporto y aunque algunos no lo creyesen, incautos ellos, el domingo se vio a las claras que las sangrías hay que cortarlas de raíz, y que se cortan con acciones muy concretas, en las que cada cual ha de jugar su papel y no otro. El suyo y no otro, porque de si no, por ahí se va lo que todos queremos, en una soleada tarde de noviembre, donde todo podría estar a pedir de boca, donde todo deberían ser sonrisas y sintetizar vitamina D de una manera agradable, lo que hay son miradas de reproche al de al lado, una incomodidad en el asiento, un retorcerse y retorcerse para que al final, de nuevo, dos puntos se vayan por el sumidero de tu propia casa.

Simeone probó con la dupla Morata-Griezmann, Llorente volvió al once inicial con De Paul y Kondogbia en el centro. Parecía un Atleti sobrio y bien armado, que buscaba la portería del Español con constancia, sin prisa, y al que todo se le puso demasiado a favor cuando en una Contra lanzada por Molina, Morata fue derribado por Cabrera cuando encaraba portería. Estaba mediada la primera parte, quedaba todo un mundo por delante para enfrentar a un equipo con un jugador menos. En otras circunstancias, aquello debería haber acabado con una goleada escandalosa, pero el Atleti vive un tiempo en el que los enanos en el circo están ya para jugar en la NBA, y desde muy pronto, cuando uno miraba al desolado fondo sur, que se encontraba vacío, pues el Frente Atlético había decidido no entrar en la primera parte (y no animar en la segunda) como modo de protesta por la situación del equipo, ya se daba cuenta de que cada minuto que pasara, aquel ambiente crispado iba a ir en contra de los propios intereses.

El Atleti lo intentó, no se puede decir que los jugadores no lo hicieran, remató de todas las maneras posibles, algunas de ellas muy claras, a bocajarro, pero no hubo manera, no era posible conseguir un gol, era una de esas tardes que nos han sucedido tantas veces y en las que todo lo que puede pasar regular sale mal y lo que puede salir mal, sale peor. 27 veces disparó el Atleti con infructuoso resultado pero en cambio, en la segunda mitad en la única salida de la cueva que el Español realizó desde que estuvo en inferioridad, se adelantó en el marcador con un golazo de Darder. Simeone renovó todo el frente de ataque, como es habitual en él: entraron Correa, Lemar, Joao, Cunha. El portugués se reivindicó con el gol del empate, a pase de Lemar. Como en Cádiz, tuvo la victoria en su cabeza, pero el remate posterior al gol se le fue desviado. No era aquel un día para la remontada, en los minutos que quedaban por delante, cuando todo tenía que conjurarse para que el equipo diese la vuelta a aquello se vio la casa de los locos en su máximo esplendor: los que habitualmente animan habían decidido no hacerlo y los que habitualmente no lo hacen se lo recriminaban, estos últimos lo intentaban pero claro, tal vez no estaban muy acostumbrados. Al Cholo en el banquillo, que veía como se le iban otra vez dos puntos de su casa, otrora bastión inexpugnable, no le llegaba la camisa al cuerpo, no se atrevía siquiera a pedir su habitual arenga, que tantos resultados ha dado. Está timorato, sabedor de que la división profundiza en las entrañas de un estadio que en la tarde de ayer, pareció la casa de los locos y que, en esta temporada, está suponiendo un suplicio, al revés de lo que debería ser. Otro empate, esta vez frente a un rival con diez jugadores casi todo el partido, y la situación de que nadie está haciendo caso a Torres, que nos avisó en las buenas sobre lo que ocurriría en las malas. Como si fuese un profeta, su palabra se está cumpliendo y aquí nadie está sabiendo entender su mensaje. Las malas parecen haber llegado, y es en las malas donde se ve la altura de la gente.

Foto: Getty Images

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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5 Comentarios

  1. No termino de entender lo de ir al estadio a silbar al equipo. ¿Aporta algo eso?, mas allá de incomodar y poner nerviosos a los jugadores que ya de por si están como un flan.

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  2. Vaya ambientillo se ha quedado… Los de la Castellana deben estar disfrutando de vernos así. Eso lo dice todo… creo que estamos pecando de niños ricos y caprichosos un pelín.
    Hay que ir todos a una y estar a las duras y a las maduras, este club no permite otra.
    El ambiente de ayer en nuestro estadio no es digno del club, así de claro.
    En fin, aúpa atleti ahora y siempre

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  3. Salvo a los aficionados, el club no interesa a nadie. Los dirijentes tienen en el Cholo tanta fé como yo, o sea, 0. No hechan al entrenador ya que tendrían que pagarle una millonada, y, claro, él tampoco da un paso a un lado, ya que no quiere perdedr dinero. Por tanto el único que paga las consecuencias, es el propio club.
    O menino coando juega, resuelve, pero el entrenador por la razón que sea, no le pone de inicio.
    No me vale que digan que se borra, otros jugadores han hecho lo propio durante mucho tiempo, y han jugado.

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    • La unanimidad es siempre sospechosa, mientras que la disparidad de criterios debería ser siempre lo normal,porque es lo natural. El fútbol sabemos que está sobredimensionado, y que lo excesivo de su presencia se debe a que el formidable negocio creado en torno a él se sustenta sobre unos vínculos sentimentales tan absurdos como reales, y cuyo intento de explicación es perfectamente inútil tanto para quien los padece como para quien los ignora. Salvo el júbilo instantáneo del gol, la alegría de la victoria y la tristeza por la derrota, ninguna otra cosa une a los miembros de los dispares colectivos que constituyen las hinchadas de cada equipo, y la nuestra no es distinta en eso de cualquier otra. El único elemento que sí es diferenciador en nosotros es el de la vecindad con la hinchada del club más poderoso del mundo, y por tanto, con el más corrompido y corruptor.
      A mí lo que me preocupa ahora es el Almazán, y no es ninguna broma. En autodestrucción somos francamente buenos, y con los precedentes coperos de Cornellá y Cultural, cualquier cosa es posible.

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  4. Hay fulanos infiltrados intoxicando lo foros de opinión atléticos, quintacolumnistas de pacotilla en múltiples versiones. Sin embargo, hay otros que no lo son, son simplemente cortos de entendederas. Eso sí, ambas clases son persistentes hasta el infinito.

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