Una derrota para el relato

Decía Tolstoi en el célebre comienzo de Ana Karenina que todas las familias felices se parecen, pero que las infelices lo son cada una a su manera. La idiosincrasia de un equipo no se forja solo en la victoria, diría que se moldea especialmente en la derrota, en las veces que lo hace, en la manera en que lo hace, en cómo lo encara después. El Atleti perdió ante el Liverpool su primer partido en la Liga de Campeones esta temporada y lo hizo en un choque extraordinario que tuvo tantas cosas que será difícil olvidar no alguna.

Tuvo veinte minutos horribles de inicio para los de Simeone, que formó con un once marcado por las bajas y el estado de los jugadores llegados de América. Oblak en la puerta, Trippier, Felipe, Kondogbia, Hermoso y Carrasco en la defensa de cinco, el medio para De Paul, Koke y Lemar, con Joao y Griezmann en la punta de ataque. Fue un inicio angustioso, porque el Liverpool se plantó en campo contrario y acaparó por completo el balón, el Atleti se reducía a las ayudas y los achiques, los de Klopp iban poco a poco ganando terreno. No era un escenario desconocido para los locales, que ya han jugado ese partido otras veces, momentos en los que toca atrincherarse y esperar, pero hubo una diferencia, el sitio cayó rápido. En los dos primeros intentos, el Liverpool hizo dos goles, uno de Milner desviando un disparo desde la frontal de Salah y otro un golazo de Keita con un disparo desde fuera del área.  

Todo el andamiaje estaba vencido demasiado pronto, entonces sobre el Metropolitano se deslizó la suave brisa de un miedo glacial, cualquier equipo se hubiera asustado con ese marcador tan pronto ante un gigante como el Liverpool, cualquier equipo hubiese claudicado, se hubiese conformado incluso con la clemencia de una derrota no demasiado abultada, pero esa brisa no encontró acomodo, fue rápidamente engullida por un estadio que no vio en todo aquello sino una oportunidad perfecta de demostrar la forma en la que ellos tienen de afrontar la adversidad. El estadio rugió con el espíritu del Calderón, los jugadores fueron irremisiblemente arrastrados hacia el otro extremo y todo se dio súbitamente la vuelta, como suceden las cosas mágicas, las cosas aquellas que ocurrían en la ribera del Manzanares.

Así, el medio-ataque del Atleti empezó a percutir bajo el empuje y la batuta de Koke, con el tiralíneas de De Paul, la pausa, giro, y ruptura de líneas de Lemar, la genialidad de Joao y la contundencia de Griezmann. Todo eso en marcha conformó un equipo que desdibujó por completo a quien minutos antes parecía un gigante inalcanzable. Lo llevó al terreno de Allison, empató el partido con dos goles del hijo que busca ser pródigo y no consiguió el tercero porque el cancerbero brasileño, extraordinario, le sacó un mano a mano que lo ponía en franca ventaja.

El partido se fue al descanso igualado en el marcador y desigualado en las sensaciones. El Atleti había borrado de súbito el mal inicio y había vislumbrado un horizonte especialmente bueno.  El arranque de la segunda mitad tuvo la misma tónica hasta que en el 55, Griezmann intentó controlar un balón con la pierna demasiado en alto y en una jugada totalmente involuntaria, impactó con sus tacos en el cuello de Firmino. El colegiado lo expulsó con roja directa. Las repeticiones mostraban clarísimamente la involuntariedad de la acción, pero no hubo VAR ni monitor ni revisión. El Atleti tenía casi medio partido por delante con un hombre menos.

Con diez, aquello se fue adaptando al guion natural, un Liverpool de nuevo mandón, pero el Atleti asumió bien su papel defensivo y mantuvo a los de Klopp lejos de Oblak. Controlaban bien los de Simeone, se jugaba en su terreno e incluso daba algún susto a la contra con un Carrasco que, durante todo el partido, pero sobre todo con diez, hizo un derroche físico espectacular. Aguantó el Atleti bien hasta que en el minuto setenta y siete Hermoso cometió un error grosero, un error que emborronó su buen partido hasta el momento: perdió la cara a la jugada y ante un balón llovido al área, sin ninguna posibilidad para Diogo Jota, lo acabó derribando con una carga absurda. Penalti que convirtió Salah y puso todo cuesta arriba.

Simeone, enfervorecido, pedía el aliento de la grada que convirtió el estadio en un manicomio fruto del cual, en una pelota parada, de nuevo Diogo Jota, en el área contraria, cometió penalti sobre Giménez. El árbitro se fue al punto fatídico pero el VAR lo llamó a consultas en un hecho sin precedentes en el sistema UEFA. Hubo contacto entre el portugués y el uruguayo. Después de veinte repeticiones a cámara lenta se puede discutir si éste fue suficiente o no para señalar penalti, pero ese no es el cometido del VAR. El caso es que, extrañamente, saltó su propia regla y el árbitro fue al monitor, y con la imagen parada, con la cámara lenta, decidió desistir de su propia decisión.

Ahí se desinfló un poquito el globo. El Cholo metió cuatro cambios de golpe: Correa, Suárez, Llorente y Lodi y el Atleti lo intentó hasta el final. Klopp reforzó su defensa y aun así, Correa tuvo el empate en un disparo franco desde la frontal que se le marchó arriba.

Perdió el Atleti al cabo y eso es lo que a la postre importa, el resultado no lo va a cambiar nada ni nadie, ni la excusa ni la justificación, ni siquiera los supuestos méritos, pero sí que la forma en que lo hizo va a perpetuar esta manera extraña de ser infeliz, un tanto inédita en este mundo del fútbol. Derrotas así construyen el relato único de la mayor historia de amor que jamás se haya contado.

FOTO: IMAGO / TEXTO: JOSÉ LUIS PINEDA

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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7 Comentarios

  1. Me parece bien, que el Cholo, pida que la afición anime, pero, bueno, los jugadores han de mitotivar un poco a la grada; Si se quiere ganar un partido, a parte de pedir a la grada que ruja, hay que jugar a otra cosa. El atético demostró que cuando quiere puede jugar a otra cosa. Lo que no se puede entender, es que se tiren al polvo 20 minutos, y luego cuando encajamos goles, competimos. Creo que el entrenador no tiene mentalidad de ganar la champions. la afición ha rugido en champions en los dos partidos jugados en casa, pero la triste realidad es, que de 6 puntos jugados, hemos perdido 5. Y ahora la clasificación está muy difícil. Si al final se logra, me llevaría una gran sorpresa y alegría.

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  2. Los partidos nunca se pueden analizar por minutos, ni tan siquiera por cuartos de partido. Los partidos son noventa minutos y en ellos hay posibilidades tanto para un equipo como para otro.
    En los partidos, los entrenadores, siempre los preparan para cambiar a su equipo y adaptarlo a cualquier situación que se le presente. En eso consiste una de las labores de un entrenador durante un partido.
    Simeone salió de principio a ver como entraba el Liverpool en el partido. Jugó el equipo como siempre ha jugado cuando tiene delante un «bicho».
    Algo así como «espero y veo como te comportas».
    Con lo que no contó es que cuando iban menos de 15 minutos estaba dos abajo, como se suele decir.
    Ni tampoco el Liverpool se lo esperaba.
    Eso de que una jugada que tras un disparo de Salah le roce en el pie de Milner y se vaya dentro casi rozando el palo, fue mas fruto de suerte que de la jugada en si. Luego que un mal despeje le caiga un metro por delante a Keita sin nadie que le estorbe para «empalar», tampoco fue como consecuencia de mas de un toque de balón de los jugadores de Liverpool. Los dos goles, lo mismo que fueron dentro ambos balones pudieron terminar fuera.
    Luego, si te ves con ese resultado, tienes que cambiar el guion.
    Y de hecho Simeone estaba a punto de cambiar todo su sistema de juego cuando se vio en unos pocos minutos que el partido lo tenía empatado y con alguna ocasión, ademas, de ir por delante.
    Lo que si estaba sucediendo, a los que además de ser del Atletico nos gusta el futbol y no tenemos fobias contra nadie en particular, es que estábamos viendo un gran partido. Donde dos equipos se habían quitado todas las corazas y se estaban enfrentando a «espadazo» limpio. Dos grandes equipos.
    Se disfrutaba y en esos momentos hasta algunos estábamos viendo a un Griezmann junto a un Joao que estaban demostrando lo grandes que son como jugadores.
    Ese era el verdadero partido, no el que luego vimos tras la expulsión del francés.
    ¿La expulsión? Mas clara fue la de Ibra que sucedió en Oporto diez minutos después, y el arbitro la saldó con una amarilla.
    A partir de entonces es muy difícil analizar el partido. No tienes con que analizarlo.
    Ya que si el equipo no sufrió por los ataques del Liverpool, tampoco tuvo oportunidades para ganar el partido.
    ¿Los penaltis? La verdad es que los dos los pitó el arbitro. En uno se reafirmó y en el otro se desdijo. Pero él pitó los dos.
    Lo que yo si puedo juzgar del partido, es que este estuvo muy bien planteado por Simeone.
    Es de lejos, el mejor entrenador que puede tener el Atletico. Pero muy de lejos.

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  3. ¿En serio? ¿Otra vez Simeone esto o lo otro?

    Lo del servilismo de los árbitros europeos con los «equipos grandes» o favoritos o más famosos o lo que sea ¿eso no se ve ni le prepocupa a nadie ni se critica?

    Y por favor que no me vengan con «el contacto», «el protocolo», «el brazo estaba en ángulo de 38,5 grados suroeste», «no hay suficiente intensidad en el contacto», «el hombro esta mas adelantado que el dedo gordo», «hay continuidad en la jugada» o mejor «no hay continuidad en la jugada» etc

    En fin …

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    • Todos esos que hacen esas criticas, son aquellos que viven de «cautivar» al aficionado con su vocabulario.
      Y el aficionado es muy fácil de convencer.

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          • Lo tiene ud. delante de sus narices, no es tan difícil.

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