El Atlético estrenó la Champions con una actuación soberbia en la que sólo una inexplicable negación frente al arco contrario le privó de una victoria que podría haber sido tan contundente como inapelable. Alisson, el arquero de la Roma, fue la figura del partido, obstinado en desbaratar una tras otra las innumerables ocasiones con las que los de Simeone sometieron en su feudo a un histórico que por momentos pareció un recién llegado.
El Atleti despojó a la Roma de la fiereza de su loba. Recién iniciado el encuentro, Vietto se descolgó para hacer una pared con Filipe, que sirvió para la llegada en segunda línea de Saúl que con su interior ajustó un balón al palo que se marchó fuera por poco. El Olímpico enmudeció y los rojiblancos, ayer de amarillo, tomaron el mando del partido para no soltarlo hasta el final.
Simeone vive entregado a la juventud: dejó el medio a Thomas, esta vez acompañado por Gabi, para entregar los costados a Koke y Saúl y dejar la punta de ataque en manos del recuperado Griezmann y de un Vietto a cuya movilidad, frescura y juventud, el preparador argentino está apostándole sus fichas. El despliegue físico de Thomas fue encogiendo a los de Di Francesco de a poquito. El ghanés no fue sólo pulmón, también fue toque, ruptura de líneas, visión, rapidez. Thomas fue transición y mando, y por sus botas empezó a canalizarse el dominio de un Atlético que empequeñeció a la Roma más de lo que nadie hubiera imaginado. Griezmann, voluntarioso en su regreso, gozó de una ocasión clara con un disparo desde el interior del área que se fue rozando el palo aunque la más clara de la primera mitad fue un remate a placer de Koke, con el portero vencido, que sacó in extremis un defensa bajo palos. Los locales intentaban salir del dominio con algunas internadas de Perotti, agarrándose al balón parado que, esta vez sí, Savic y Godín solventaron sin problemas.
Correa salió en la segunda mitad y agitó el partido en ataque. Foto: clubatleticodemadrid.com
En la segunda mitad el Atlético empezó a pasar el rodillo. Con un Saúl gigantesco arrancando desde la izquierda, recuperando, yendo, viniendo, acompañado de la precisión Thomas, y la movilidad de Vietto, con Filipe incisivo por la izquierda, Koke asociándose, la Roma empezó a amurallar los dominios de Alisson, se entregó a él como a veces nos entregamos a una causa perdida y el portero respondió. Le sacó un mano a mano picado de Vietto demostrando que el argentino de momento queda en un puñado de buenas intenciones.
Simeone dio entrada a Correa por Luciano y las ocasiones empezaron a sucederse: con la puntera Correa estuvo a punto de batir al portero brasileiro de la Roma, el Atleti entraba por dentro y empezaba a hacerlo por fuera, con un Filipe incombustible, también con Juanfran por derecha. El Cholo vio que el partido estaba para ganarlo y metió a Carrasco, que, pese a su imprecisión, añadió más dinamismo al ataque. Lo intentó con un chut cruzado el belga, después replicó la jugada Correa, hubo otro toque de interior de Saúl. El resultado fue siempre el mismo: Alisson, que parecía todos los emperadores juntos intentando sostener un imperio que se derrumbaba.
El Atleti lo intentó hasta el final, cuando, en el tiempo de descuento, Saúl desperdició una doble ocasión increíble, primero el cabezazo a bocajarro que salvó como pudo el portero capitolino, después, el rebote a placer que incomprensiblemente estrelló en el lateral de la red. No era noche para el gol. Negado el arco, el Atleti dejó escapar dos puntos importantes pero atrapó al tiempo una imagen de sí mismo en la que a cualquiera le gustaría reconocerse. Es pronto para todo: hay juego, falta gol. Ecuaciones imprecisas que han de ajustarse rápidos porque la maldita Copa de Europa no admite concesiones.
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