Diciembre de 2011. Diego Pablo Simeone firma como entrenador de la primera plantilla del Atlético de Madrid: hasta ese día, el equipo colchonero había disputado 7 Copas de Europa/Champions League y obtenido, como todo botín, una final y dos semifinales.
23 de noviembre de 2017. El Atlético de Madrid ha logrado clasificarse cinco años consecutivos, de seis posibles, para la Copa de Europa (dejen de llamarla Champions), hito nunca logrado en su historia; y, en esos cinco, ha alcanzado dos finales y una semifinal en la máxima competición continental. Pero, hete aquí, que la fase de grupos de la Champions 2017/18 no se da del todo bien y el Atlético necesita de un milagro para clasificarse para octavos (cosa que, por cierto, había hecho con absoluta solvencia los cuatro años anteriores).
Es de humanos malacostumbrarse, es de humanos querer siempre lo mejor, y la afición del Atlético se ha malacostumbrado, la afición del Atlético ha pensado, y creído, que la clasificación para Champions (y, de hecho, para sus cuartos y casi semifinales) era una especie de obligación. Y, francamente, no son así las cosas. O no deberían serlo. Porque, también debería ser de humanos mirar las cosas con una cierta perspectiva; mirar donde estaba este equipo antes de la llegada de Simeone y ver dónde está ahora: antes de la llegada de Simeone, clasificarse para Champions parecía un milagro; hoy parece “una obligación” y, por ende, no pasar la fase de grupos, parece ser un “fracaso intolerable”. Y no es así, si somos un poco objetivos. Porque que a nadie se le olvide que lo que ha hecho el equipo liderado por Simeone en estos últimos seis años, luchando contra equipos (tanto en España como en Europa) que le superaban ampliamente en presupuesto, ganándoles muchas veces y llevándoles siempre al límite, ha sido un jodido milagro (si se me permite la expresión). Y ante los milagros, uno debería rendirse; y valorarlos; y no solo exigirlos cada día o cada año.
Cierto es que la Champions 2017/18 no se está dando bien, que los dos empates ante el Qarabag ante hecho mucho daño, tanto deportiva como moralmente. Y es probable que esos dos empates, que nunca debieran haberse producido, dejen al Atlético fuera de los octavos de la Champions 2017/18. Sin embargo, siempre queda agarrarse al milagro, a aquella situación que se derivaría de que el Atleti ganase en Londres al Chelsea (muy probable, por cierto) y que el Qarabag puntuase en Roma (francamente complicado). Si no se da cualquiera de las dos, tampoco debería ser ningún dramón. Por una parte, la UEFA Europa League, si la disputa el Atleti “con los cinco sentidos” es también muy apetecible (miren, si no, a 2010 y 2012) y, por otro, recordemos, otra vez, de dónde venimos: lo que ha hecho el equipo de Simeone estos últimos anos debe ser considerado un milagro. Y no tomado como costumbre, por muchos que a algunos les pese. Sea todo dicho.
P.D.: A quien (todavía) piensa en los 30 millones menos que supondría la no clasificación para octavos de Champions, que mire a otro lado. Los problemas no están, precisamente, ni en el campo ni en el banquillo.
Foto: clubatleticodemadrid.com
26 noviembre, 2017
Bueno, si yo, no dudo de nada de eso, lo que me jode, es que el Cholo, se cele del niño, y trate de hecharlo por la puerta de a trás. Eso Torres, no se lo merece.
Los ocupas por cuestiones de dinero, le obligaron a irse; él lo hizo sin decir nada en contra, ahora me parecería infinitamente injusto, que tuviera que irse por los celos de un ebtrebador , que aún no ha ganado nada en el club, que no lo hicieran otros, como Luis Aragonés, Marcél, Flores, Antich, y otros muchos.