Hasta siempre, maestro
Pocas personas lo son, pero él lo llevaba en el nombre. Román era de Dios, un elegido cuya modestia nunca pudo restar brillo a su talento y a su autenticidad. Si Domingo Bárcenas fue el Padre, Juan de Dios Román fue el Hijo. Incluso el Espíritu Santo. Porque aunque la llama de su vida se apagara ayer a los 77 años, el fuego eterno de su legado ya ilumina el Tercer Anfiteatro. Resulta inimaginable pensar que Juan de Dios no tendrá un...