La reflexión de un pesimista sobre Carrasco, Riquelme y Lino
Lo confieso sin tapujos: soy pesimista profesional. Si pensar que todo lo que puede salir mal va a salir mal estuviese remunerado, me ganaría el jornal destruyendo mis propias ilusiones. No necesitaría el periodismo. Por eso cuando me enteré en verano de la marcha de Carrasco me hizo tanta ilusión como cenar brócoli un viernes. Mis amigos, optimistas de mierda, trataban de convencerme. Que Carrasco ya ha hecho aquí todo lo que tenía...