El Villarreal era una china en el zapato al que el Atlético no conseguía doblegar desde hacía demasiados partidos. Llegaba al Metropolitano además tras una jornada europea repleta de euforia y parabienes, el cóctel perfecto para vivir una tarde aciaga, pero los de Simeone, esta vez, no dejaron resquicios a la duda y vencieron con solvencia para seguir manteniendo ese pulso lejano y casi imposible a un Barcelona que, en el día anterior había vapuleado al Sevilla con un Messi estelar.
Introdujo cuatro cambios el Cholo para dar refresco a los que se habían vaciado frente a la Juventus: Savic por Godín, Arias por Juanfran, Lemar por Thomas y Morata por Costa. El Atleti empezó a demostrar que, cuando tiene a todos disponibles, tiene una plantilla profunda y amplia, en la que es complicado distinguir titulares de suplentes incluso en una posición tan crítica como la del delantero centro. Salió dominador el conjunto local, tuvo posesión y controló el juego llevándolo hasta el terreno rival. Tal vez demasiado lento en la transición, intentaba circular con Rodri como hilo conductor de todos los balones que pasaban con el medio. Lemar lo intentaba pero se le nota falto de confianza, el francés muestra lo que tiene dentro pero no se atreve a sacarlo, es como que en cada jugada apunta lo que va a ser pero se queda en lo que es, un futbolista que termina por parecer intrascendente. Quien sí estuvo en la línea fue Morata, un jugador que ha caído de pie en el club y que realmente está intentando que su pasado oscuro parezca un paréntesis inexistente en su trayectoria. Pelea el delantero, se zafa con los rivales, da apoyos, busca con denuedo el remate, parece entenderse con sus compañeros como si llevase con ellos tres temporadas y no apenas tres escasas semanas. Y fruto de todo eso vino el gol, que fue el tercero aunque siempre será recordado como el primero. Filipe colgó un centro con la izquierda y Morata se anticipó al defensa castellonense para rematar con la izquierda ajustado al palo en un remate de puro nueve.

Tras el descanso, el Villarreal se vio forzado a abandonar la estrategia de la espera, y dio entrada a Chukwueze para buscar profundidad hacia los dominios de Oblak, al que hay que reseñar que, en el minuto diez de partido, cuando nada se había definido todavía, salvó a su equipo en un mano a mano de Ekambi que aguantó con la frialdad que acostumbra. Mejoró el Villarreal y Simeone contrarrestó dando entrada a Costa en refresco de Morata para buscar la velocidad en la contra y la encontró. El Atleti tuvo varias arrancadas con las que sentenciar el encuentro pero la falta de contundencia dejó en el alambre el partido. Entró Thomas para apuntalar el mediocampo y el Atleti contuvo al Villarreal, que empezaba a merodear peligrosamente el área rojiblanca. Llegó el momento de la contención defensiva y el Atleti resistió hasta que casi con el tiempo cumplido, Saúl batió de una preciosa vaselina a Sergio Asenjo, tras un pase largo maravilloso de Costa.
Tres puntos que expulsan la china del zapato y permiten seguir mirando a la Liga.
Fotos: Rubén de la Fuente