El Atlético de Madrid ya conoce su camino hacia la final de la Liga de Campeones. El sorteo celebrado ayer en Nyon dejó un cuadro presumiblemente favorecedor para los intereses rojiblancos. El conjunto colchonero quedó emparejado en cuartos con el Red Bull Leipzig de Julian Nagelsmann. De superar esa ronda, Atalanta o PSG serían sus rivales en semifinales. Ni Real Madrid, ni Barcelona, ni Manchester City, ni Juventus ni Bayern de Múnich se cruzarían en el camino del Atleti hasta una hipotética final.
Pese a la cautela predominante dentro del vestuario rojiblanco, lo cierto es que el azar ha ofrecido al cuadro de Simeone una oportunidad extraordinaria de volver a disputar una final continental. Desde luego, no sería la primera. El destino ha querido que, durante esta década, el Atlético de Madrid haya llegado a una final europea en cada año par. 2010 inició esta curiosa racha con la primera Europa League ganada en Hamburgo frente al Fulham. En 2012, los colchoneros reeditaron ese triunfo derrotando en Bucarest al Athletic. 2014 y 2016 fueron los años de las finales de Champions contra el Madrid, mientras que 2018 dio al Atleti su tercera Europa League en Lyon.
Ahora, seis años después, el Atlético de Madrid regresa a Lisboa con energías renovadas. La ciudad que le vio perder su primera Copa de Europa en el descuento será la anfitriona de esta improvisada final a ocho. La crisis del coronavirus ha forzado a la UEFA a cambiar su sede original (Estambul) por un nuevo emplazamiento más seguro para jugadores, entrenadores y posibles aficionados. La primera parada en el camino será el tercero de la Bundesliga. El Leipzig partía como el rival más asequible del bombo. Su inexperiencia en la élite (apenas cuenta con once años de historia) y la marcha de su delantero estrella, Timo Werner, lo convierten en la aparente ‘Cenicienta’ de esta nueva Champions.
Sin embargo, muchos son los motivos por los que el Atleti no debería fiarse del cuadro alemán. Y es que en su banquillo cuentan con una de las sensaciones del fútbol europeo. Julian Nagelsmann es uno de los técnicos jóvenes con más cartel del panorama continental. Su presión alta y su fútbol directo lo han convertido en uno de los discípulos aventajados de Jürgen Klopp y Thomas Tuchel, con el que trabajó en la cantera del Augsburgo. Tras un brillante paso por el Hoffenheim, el primer año de Nagelsmann en Leipzig no ha defraudado las expectativas. El equipo de Red Bull ha terminado por detrás de Bayern y Borussia Dortmund después de estar liderando la Bundesliga durante muchas jornadas.
Conocido como el ‘Mini Mourinho’, Nagelsmann llega a su primera gran cita continental después de haber apeado en octavos al Tottenham del técnico portugués. Ahora, el entrenador teutón tendrá ante sí el desafío de medirse a uno de los mejores preparadores del planeta. A Nagelsmann no le tembló el pulso a la hora de elogiar a Simeone hace apenas un mes. De él afirmó que tiene “un don extraordinario”, aunque mostró su desagrado por la forma de jugar del Atleti. “Simeone lleva años transmitiendo un estilo de fútbol similar, que no siempre es agradable para sus propios jugadores y no siempre es el más emocionante. Creo que el 99% de los entrenadores que solo jugaran 4-4-2 plano, muy bajo y tan desagradable, se quemarían después de dos años. Pero no él”.
No es la primera vez que un entrenador rival muestra su aversión hacia el juego del Atlético de Madrid. Tampoco sería la primera ocasión en la que el equipo del ‘Cholo’ termina echando de la competición a ese mismo técnico. Más aún, siendo alemán. No en vano, las estadísticas de Diego Pablo Simeone contra equipos germanos en eliminatorias es perfecta. El argentino se ha visto las caras con el Hannover 96 en 2012, con el Bayer Leverkusen en 2015 y 2017 y con el Bayern de Múnich en 2016. Todos cayeron frente al bonaerense. El ‘Cholo’ espera que el Leipzig se sume a su lista de víctimas. La revancha de 2014 comienza en Alemania.
11 julio, 2020
No veo esta oportunidad como extraordinaria, en esta competición se han visto cosas rocambolescas y poco creíbles, además el dueño del negocio sigue metido por medio y al igual que llamó por teléfono al presidente de la RFEF para quejarse de los árbitros, bien podría hacer lo mismo con Ceferin, si es que no lo ha hecho ya.