Nadie cuestiona que la Liga de Campeones es la competición deportiva a nivel de clubes más importante del planeta. El prestigio de sus competidores, su emblemática atmósfera, su archiconocido himno y su venerada ‘Orejona’ son argumentos más que suficientes para convertirla en un torneo completamente único en el mundo. Sin embargo, más allá de los grandes europeos que ocupan siempre las rondas finales, la Champions deja tras de sí historias maravillosas, casi anónimas, en las que el balón rodando sobre el césped se convierte prácticamente en secundario. La del Qarabag es una de ellas. El Atlético de Madrid, acostumbrado en los últimos años a viajar a los lugares más inhóspitos del continente (San Petersburgo, Astana y Rostov son sus recientes precedentes) visitará en el día de hoy al modesto cuadro de Azerbaiyán.
Sin embargo, no será en su hogar. De hecho, hace veinticuatro años ya que eso no ocurre. Lo hará en el impresionante Estadio Olímpico de Bakú, escenario con el que rivalizó el Metropolitano para la final de la Champions en 2019. Un estadio magnificente, de cinco estrellas, lejano a las raíces y a la mística de un equipo creado entre la delgada línea de la precariedad y la supervivencia. El FK Qarabag se fundó en el año 1951 en la ciudad de Agdam. Después de los esfuerzos por convertir al equipo en profesional y alcanzar el segundo puesto en el campeonato local de 1968, el Qarabag tuvo que retirarse de la competición por falta de financiación. Una década más tarde, el equipo renació bajo el nombre de Shafaq, recuperando su denominación original en 1988, año en el que ganó el campeonato local de la RSS de Azerbaiyán.
Pocos años después de aquella gesta, la desgracia volvería a golpear al Qarabag y a Azerbaiyán. El 12 de mayo de 1993, el equipo de Agdam disputaba su último partido en el Estadio Imarat frente al Turan IK. Vencieron los ‘jinetes’ (atilar en azerí), pero lo importante sucedía en las calles. El estruendo de la artillería y el dolor de la guerra reducirían Agdam a cenizas durante la guerra de Nagorno-Karabag. El conflicto bélico entre Armenia y Azerbaiyán marcó profundamente la historia del equipo azerí, que se vio forzado a cambiar de hogar dejando atrás el estruendo de los cañones. Sin embargo, no todos en el Qarabag decidieron partir hacia Bakú. Su entrenador por entonces, Allahverdi Bagirov, se quedó para combatir con el ejército azerí. El ex entrenador, todo un icono para su país, murió en el conflicto a causa de una mina antitanque.
La marcha del Qarabag de su añorada Agdam le valió el apodo del ‘Club de los Refugiados’. En su traslado a la capital llegaron los años más gloriosos de su historia, aunque también los más complejos. En 1999 se convirtió en el primer equipo de la historia de Azerbaiyán en ganar fuera de su país en un partido de competición europea, al derrotar por 1-2 al Maccabi Haifa israelí en la Copa Intertoto. Un año más tarde, los problemas económicos estuvieron a punto de provocar su desaparición, pero la compañía Azersun Holding salvó al equipo de la quiebra.
Desde entonces, el Qarabag se ha convertido en el símbolo deportivo nacional de Azerbaiyán. Varias Premier Liqasi y dos participaciones consecutivas en la UEFA Europa League (2014-2015 y 2015-2016) colocaron al modesto club azerí en la órbita del fútbol continental. Un salto cualitativo que lo llevó incluso a empatar en casa contra todo un Inter de Milán. Pero nada de lo vivido hasta entonces puede compararse con lo que ocurrió el 23 de agosto de 2017, cuando el Qarabag de Gurban Gurbanov eliminó al Copenhague y accedió por primera vez a la Liga de Campeones. Debutó con una holgada derrota en Stamford Bridge frente al Chelsea (6-0), pero estuvo a punto de sorprender a la Roma en Bakú, cayendo por 1-2. Ahora, la visita del Atlético de Madrid supone una cita con la historia para la ‘Cenicienta’ de esta Champions.
No es la primera vez que el Atlético visita la tierra del fuego. Hace cuatro años, cuando el país euroasiático patrocinaba al club colchonero, los rojiblancos visitaron Azerbaiyán para medirse en un amistoso a un combinado de jugadores de la Liga azerí. Fue precisamente en el Estadio Olímpico de Bakú donde el cuadro de Diego Pablo Simeone venció por 0-3 con un tanto de Óliver Torres y dos de Raúl García. Ahora, el Atleti se encuentra en su camino con el ‘Barcelona del Cáucaso’. Un equipo curtido en el arte de la supervivencia y el dolor de la guerra (su capitán Rashad Sadigov y Gara Gariyev se criaron en un campo de refugiados). Ellos, como diría el ‘Cholo’, sí que no temen a la muerte. Son el Qarabag, la ‘Cenicienta’ sin hogar.
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