El Atlético de Madrid ha tenido grandes laterales a lo largo de su historia. En el día de hoy recordaremos a uno de los primeros que dejaron su huella en el club: Feliciano Rivilla.
Fichado por el conjunto colchonero en la campaña 1955/1956, no debutó con el primer equipo hasta 1958, donde comenzó una historia que se prolongaría los 10 años posteriores que duró su travesía en el Vicente Calderón. Para muchos, Feliciano Rivilla fue uno de los jugadores más importantes de la plantilla del Atlético de Madrid y de los que mejor reflejaban la filosofía trabajadora, defensora y generosa del club. Además, disputó un total 356 partidos en los que ganó una Liga (65/66), tres Copas del Generalísimo (60,61 y 65) y una Recopa de Europa (62).
Sus diez temporadas defendiendo los colores rojiblancos dieron para muchas anécdotas, pero merece la pena recordar la historia, contada por el propio defensor para el libro «Las mejores anécdotas del Atlético de Madrid», con la que empezó todo. Corría el año 1955, más concretamente un 28 de diciembre, cuando un joven Feliciano Rivilla de 19 años recibió la llamada de un delegado del Atlético de Madrid. Al coger el teléfono, le sorprendieron con una noticia que no se podía creer: el Atleti quería probarle en un partido amistoso contra el Real Madrid. ¿Su respuesta? «Eso no podía ser cierto».
Y es que, si de por sí es una noticia inesperada que un club como el Atlético de Madrid contacte contigo para hacerte una pruebas, hay que sumar que era el día de los Santos Inocentes. Por tanto, la reacción de Feliciano Rivilla era la de no creerse lo que estaba escuchando. Incluso pensó que se trataría de una broma de sus amigos para gastarle una inocentada cambiando la voz para que no fueran reconocidos. Fue tal la desconfianza del lateral que le dijo al delegado del Atleti que, si era verdad lo que decía, que le contactara al día siguiente. Y así lo hizo, le volvió a llamar. Tras darse cuenta de que era verdad lo que estaba escuchando, se presentó al partido y todo fue un éxito, pues terminó fichando por el club rojiblanco en junio de 1956.
Las curiosas condiciones de su traspaso
Todo ello en una operación que se saldó, según el propio Rivilla, por 15.000 pesetas, que convendrían a 90 euros actuales, y con el añadido de que se disputaría un partido amistoso entre el Atlético de Madrid y el equipo de la ciudad de Rivilla, con el objetivo de que todos los ingresos fueran al Ávila, su antiguo club. El resto, como he explicado al comienzo de este artículo, es historia.