Corría la temporada 63-64 y el Atlético cerró la primera vuelta como colista con 10-6 puntos y con varios jugadores claves lesionados como Jones, Mendoza y Adelardo. Es decir, la delantera rojiblanca se encontraba bajo mínimos. Entonces, el club consiguió la cesión de Grosso que jugaba en el Plus Ultra (Tercera División), filial del Real Madrid. Javier Barroso pidió a Yanko Daucik a su amigo Santiago Bernabéu, presidente del Madrid, pero éste le comunicó que Daucik se encontraba lesionado y le ofreció Grosso, que había marcado multitud de goles aquella misma campaña.
Grosso, a sus 20 años, era un delantero centro con olfato goleador, calidad técnica y mucho porvenir. Tras pensar inicialmente que era una broma por parte de Bernabéu, finalmente el 12 de enero de 1964, Grosso debutó ante el Murcia en la primera jornada de la segunda vuelta. Los pimentoneros se adelantaron en el marcador a los 69 minutos por medio de Lax. El partido se le complicó en exceso al Atlético, pero Griffa empató a los 82 minutos y Grosso dio la victoria a los locales con un espectacular remate de chilena. Dos minutos más tarde en medio de la alegría del público del Metropolitano; un cedido del Madrid ayudaba al Atlético a alejarse de la cola de la clasificación. El equipo rojiblanco sumaba su segunda victoria consecutiva, hecho inédito durante aquella Liga y empezaba a ver la salida del túnel.
Fue el inicio de una «remontada» que llevó al equipo de Barinaga desde la última posición, que llegó a ocupar en diciembre a la sexta y Grosso fue determinante en ella. Regresó al Madrid después de haber rendido a buen nivel (doce partidos y cuatro goles decisivos para sumar puntos) en el club rojiblanco desde su cesión a principios de enero