El legendario central uruguayo compareció ayer en una entrevista con José Luis Pasqués, antiguo jefe de prensa de Diego Pablo Simeone.
Diego Godín es uno de los mejores futbolistas que haya pasado jamás por el Atlético de Madrid por sus galones y su importancia en la historia reciente. Godín fue el jerarca de la defensa del Atlético de Simeone durante los años dorados del club de la capital bajo las órdenes del técnico argentino. En aquel apoteósico plantel, al que con el paso de los años se le fueron añadiendo y marchando jugadores de talla mundial, Godín era una pieza fundamental en el eje de una zaga casi inexpugnable.
Como prueba de la magnitud de lo que fue Diego Godín y su trascendencia en el Atlético, el uruguayo cuenta con un palmarés solo a la altura de los más grandes en el que aparecen una Copa del Rey, dos Europa Leagues, tres Supercopas de Europa y una Liga en la que su mítico gol en el Camp Nou permanece en la retina de los aficionados colchoneros. Godín fue el estandarte del Atlético del Cholo Simeone, siendo un jugador fundamental para el técnico argentino y sin el que no se hubiesen entendido todos los logros cosechados por los rojiblancos en ese glorioso período.
En la entrevista concedida ayer al antiguo jefe de prensa de Diego Pablo Simeone, José Luis (Pepe) Pasqués, «El Faraón» habló precisamente sobre esos años en los que saboreó las mieles de la victoria en reiteradas con el equipo de su vida.
Un discurso sentimental
En la entrevista, la trayectoria del zaguero uruguayo fue repasada en lo que concierne a un Atlético del que se marchó en 2019, dejando a su afición huérfana de su capitán y jerarca en la zaga durante años. Godín heredó ese brazalete de Gabi, el eterno líder del conjunto colchonero quien era sabedor de que ninguno de sus compañeros portaría mejor su brazalete que el charrúa, quien lideró al equipo a la consecución de otra Supercopa en su última temporada en el Atlético de Madrid. Ese mercado fue difícil para los colchoneros, teniendo que decir un adiós definitivo a varias de sus máximas leyendas y ‘hasta luego’ a algunas de las que alcanzarían ese estatus con su regreso años después.
Godín repasó esos años junto a Pasqués, emocionándose con todas las vivencias y todos los buenos momentos en una comunión perfecta entre equipo y afición, una unión inquebrantable plagada de jolgorio por aquel entonces y que aspira a poder volver a celebrar juntos lo antes posible. En esa tesitura, el uruguayo ve al equipo fuerte y bien reforzado, por lo que lo considera preparado para luchar por todo y plantarle cara a los más grandes del país y del viejo continente.
Si algo tiene claro un pilar fundamental y emblema del conjunto colchonero como él es que nada ni nadie está por encima del club, independientemente del estatus de leyenda que puedas llegar a alcanzar o lo importante que sea, el Atlético de Madrid prevalece por encima de todo. En ese enfoque, Godín quiso dejar claro que no existe nada más grande que el propio club, institución sagrada y superior a cualquier otra cosa. Aspirando a que todos los chavales y los recién incorporados al equipo entiendan lo que significa el Atlético de Madrid, estas palabras del uruguayo pueden servir de ejemplo a muchos de esos jóvenes que aún no saben lo que significa pertenecer a este equipo.
Recadito a Gil Manzano
Además de profundizar en sus hitos como jugador del Atlético de Madrid, la entrevista dio para otros temas sumamente interesantes para espectador y aficionado como el meollo y el debate acerca del colectivo arbitral. Haciendo hincapié en eso, «El Faraón» recordó con cierto resquemor algunos de los episodios bochornosos que le tocó vivir por culpa del irrisorio arbitraje, así como mandarle un recado a uno de los colegiados más célebres y polémicos de todo el panorama futbolístico en España.
Para el uruguayo, hubo un árbitro que le hizo la vida imposible durante sus años como jugador del conjunto del Cholo Simeone. Ese árbitro en cuestión era Jesús Gil Manzano, cuya trayectoria en LaLiga no está para nada exenta de polémica, así como su reputación. Para Godín, Gil Manzano siempre tenía al Atlético «entre ceja y ceja», algo que, según el uruguayo, llegaba a ser «una cosa que te desesperaba».
Expresándole a Pasqués esa frustración por el bochornoso arbitraje que le tocó vivir en reiteradas ocasiones, la entrevista prosiguió ya en un tono más entrañable y más centrado en lo mencionado anteriormente, poniendo en valor la importancia y la magnitud del invitado y dejando a un lado la polémica arbitral.
Gracias, Diego
Su garra, carácter, contundencia, precisión, talento y, sobre todo, su amor por el club Atlético de Madrid hacen de Diego Godín un futbolista al que todos admiran en el seno de la entidad rojiblanca. Recibiendo el consejo de otra leyenda charrúa y rojiblanca, Diego Forlán, Godín se grabó a fuego las palabras del delantero, quien le aseguró que no le querrían tanto en ningún otro lugar del mundo como en el Atlético. Años después, el mito colchonero dio buena cuenta de ello, como sigue haciendo hoy en día, y se convirtió en uno de los mejores jugadores de la historia del club y la Liga Española.
Siendo aún un futbolista añorado por toda la parroquia rojiblanca, Godín tendrá siempre el cariño de su hinchada, hinchada a la que le dio miles de alegrías defendiendo la elástica del Atlético de Madrid una infinidad de veces. El uruguayo llegó dispuesto a ser importante para el equipo, más adelante para Simeone, y se fue en 2019 convertido en leyenda del mismo y siendo considerado por muchos como el mejor zaguero de la historia del club. Dejando una huella imborrable en el equipo y calando de por vida en los corazones colchoneros, a la hinchada, al igual que a un servidor, no le queda más que agradecer tantos años de alegrías a su eterno Faraón.
6 septiembre, 2024
El gran faraón del área que fue Godín, cuyo recuerdo nos evocará siempre a un Atleti que llegó a lo más alto en cuanto a resultados deportivos se refiere y en cuanto a juego también, a pesar de las polémicas al respecto.
Sin embargo, aparco el pasado para referirme al presente y no precisamente de Godín, ni del primer equipo masculino tan siquiera.
Hace apenas tres meses, el primer equipo femenino conseguía en el último partido de Liga y con mucho esfuerzo y sudor, la clasificación para la Champions. Pocos días después, el equipo, al más puro estilo Gil y Gil, era desmantelado. El entrenador artífice del logro y hasta seis de sus mejores jugadoras, abandonaban el equipo e incluso, dos (las dos únicas internacionales curiosamente) fichaban por el realmadrí.
Lo que trajeron no cubría en modo alguno el descosido que se había hecho al equipo y yo mismo, en esta página, lo dije. No era un vaticinio del desastre, no era una profecía apocalíptica, era algo que estoy harto de ver en la historia de este Club.
La primera eliminatoria se jugaba a partido único contra un equipo difícil como el Rosenborg, que además venía rodado con su liga iniciada. La preparación de ese partido crucial quizá ahora, pueda parecer insuficiente, pero la realidad es que todo el trabajo de tres años se ha ido al traste en un solo encuentro.
El partido fue como para bautizar al equipo femenino como pupas y mil veces pupas. Dominio del juego, control del balón, ocasiones clarísimas para
sentenciar el partido, sesenta minutos por delante en el marcador, pero en el minuto 91, dos errores infantiles encadenados provocan el gol del empate. ¿Falta de experiencia?, ¿falta de concentración?, ¿adn atlético?. Sea lo que fuese, la prórroga fue un calvario y los penaltis nos acabaron de hundir. Sin Champions ya en el mes de Agosto.
Puede que a más de uno el equipo femenino se la traiga al pairo, pero mientras porten ese escudo, ese tan cacareado escudo, no me será nunca indiferente, tanto si es equipo femenino de fútbol como si es alevín de canicas.
No quiero pensar que haya alguien que valore el escudo por la persona que lo lleve, y menos que se apunte al carro solo cuando lleguen los títulos, porque entonces eso de «orgullosos de no ser como vosotros» habrá que revisarlo y poner «avergonzados de ser como vosotros».
La liga empieza este fin de semana pero ya llevamos el palo en las costillas.