El Atlético de Madrid ha vuelto. Basta con observar el nivel de rabia de sus detractores para refrendarlo. La exhibición defensiva del conjunto rojiblanco en Mánchester ha servido para reunir una cantidad de bilis sin precedentes. Desde los violentos de 2014, no se había visto nada igual. Y es que, como siempre, el Atleti deja de gustar cuando molesta. Pura casualidad. Conviene ponerse en la piel ajena e intentar hacer un ejercicio de empatía. Hace apenas dos meses, muchos gurús vaticinaban el final de Simeone. Algunos, incluso, mostraban una falsa condescendencia hacia Diego Pablo, como quien reconoce al muerto antes de asestarle el golpe de gracia. Pero eso se evaporó. Aquel moribundo estaba tan vivo como siempre. Es normal que todos esos tipos se sientan estafados, una vez más, por un ‘Cholo’ al que veían languidecer.
Al espectador ‘imparcial’ le aburre el Atlético de Madrid. Más bien, le indigna. Entiéndanlo. Usted llega a casa un martes por la noche y se sienta en el sofá a disfrutar de una plácida goleada del Manchester City. Posesión, profundidad, ocasiones y goles. Fútbol champagne lo llaman ahora. A usted le han dicho que ese rodillo inglés promedia más de tres goles por partido en su estadio. Ante esa tesitura, solo queda frotarse las manos y disfrutar. Pero todo lo que se encuentra ese modesto aficionado al balompié es un equipo incapaz de tirar a puerta. Los primeros minutos hace gracia. Con el correr del tiempo, las risas van dando paso a la frustración y al aburrimiento. No es justo que ese televidente tenga que ver a un rival competitivo. Lo suyo es un Sporting de Portugal que encaje cinco tantos en la ida. Eso es fútbol.
Ese pobre fanático de la Superliga no lo puede comprender. Guarda su ira y la aplica a cualquier ejemplo absurdo que pueda encontrar. «¿Por qué el Villarreal sí domina al Bayern y el Atleti se echa para atrás?», se pregunta incrédulo mientras omite el pequeño detalle de jugar como local. Sería demasiado obvio utilizar el caso del Salzburgo en los octavos. 1-1 en Austria, 7-1 en Múnich. Pero no importa. La cuestión es que el Villarreal lo ha logrado y el Atlético de Madrid, no. Simeone nunca tumbó en Champions como local al Real Madrid, al Barcelona dos veces, al Bayern dos veces, al Liverpool, a la Juventus, al AC Milan o al Borussia Dortmund. Tampoco logró jamás asaltar Anfield, Old Trafford, Stamford Bridge, San Siro o el Allianz Arena. Son minucias que se le pueden escapar a cualquiera.
Ellos seguirán hablando, pero nosotros mantenemos las opciones intactas. El Atlético de Madrid es, de nuevo, el Atlético de Madrid. Eso es lo único que les molesta. A nosotros no solo no nos disgusta, sino que nos encanta. Ahora, solo queda disfrutar del ‘bodrio’ mientras dure. Esta tarde, a la hora de la siesta, para que los queridos amantes del fútbol puedan conciliar un agradable sueño. Y el Atleti, a seguir ganando. A por el Mallorca.